Los zamoranos han querido mantener su conexión con la cultura, pese a la pandemia durante los últimos doce meses. Han sentido que la cultura es segura y han respondido a decir de los responsables de algunos de los motores culturales de la ciudad. El público asiduo a los teatros ha asistido a las representaciones con las limitaciones de aforo y todos condicionamientos sanitarios establecidos por las autoridades sanitarias y en función de la oscilación de la incidencia de COVID han acudido a las distintas propuestas ofrecidas por el único cine que permanece abierto en la ciudad o las propuestas programadas con gran esfuerzo en museos.

E Teatro Principal. El liceo dependiente del Ayuntamiento de Zamora ha contado con un índice de ocupación de un 90% de media en la última parte del año. El primer semestre del ejercicio que concluye se ha visto condicionado por la limitación de aforos, pero “hemos podido comprobar que la gente sigue ávida de cultura e incluso cuando teníamos más limitación de acceso nos pedían que no les quitarán eso” testimonia el director del Principal, Chema Esbec quien califica de “positivo” este 2021 y subraya que “la cultura es una industria con la que la gente tiene sentimiento de pertenencia porque el teatro nos pertenece a todos”. Sobre las consecuencias de la pandemia en el sector, menciona que “con la crisis del año 2008 parecía que no iba a tener una afectación en el ámbito cultural, pero luego, pasado los años, se vio un receso en el consumo de la cultura y hubo un cambio en el consumo de los contenidos... el teatro al final sigue vigente y con muchísima fuerza”. “El teatro debe de es siempre el lenguaje desde el que se atacan las crisis”, sentencia.

E Teatro Ramos Carrión. El espacio cultural, dependiente de la Diputación pero con gestión externa en manos de la UTE Viriato, ha cerrado la temporada de 2021, (su ejercicio comprende de 1 de diciembre al siguiente 1 de diciembre) con un buen sabor de boca. Pese a las limitaciones de aforo ha superado los 37.000 asistentes y ha albergado 82 eventos así como 96 funciones programadas. Hasta junio “estuvimos abiertos con un tercio del aforo y el público siempre respondió, rondamos en muchas ocasiones el lleno permitido” señala su directora, Angélica Marcos. Aprovechando el verano potenciaron los conciertos y las catas en el mirador “con una gran aceptación de público” para luego en el último trimestre contar en el interior con el respaldo de los zamoranos. “Hemos capeado las olas también porque nos ha preocupado mucho que la gente se sintiera segura cuando acudieran al teatro” porque “somos muchos los que formamos parte de la industria cultural. Somos un gran engranaje que hay que cuidar”. También estima que la pandemia “nos ha enseñado mucho tanto a la cultura como a quienes nos encargamos de la gestión cultural”.

E Museo Etnográfico de Castilla y León. El centro que maneja la mayor dotación presupuestaria de entre todos los museos asentados en la capital ha vivido esta anualidad pendiente de la adaptación a la normativa. “No es un año para computar en cuanto a número de visitantes, un aspecto que tenemos tan presente los programadores de cultura, sino que hemos intentado volver a la normalidad ciñéndonos a la normativa sanitaria”, esgrime su máximo responsable, Pepe Calvo. El ejercicio que se despide comenzó “muy flojo” teniendo que centrarse en propuestas on line para cuando se incrementaron los aforos ir viendo como “poco a poco el público regresaba aunque las actividades no se llenaron por miedo; no obstante, nos hemos acostumbrado a las nuevas circunstancias”, testimonia el director del Etnográfico. En los meses de verano y el inicio del otoño, con los datos de coronavirus en niveles bajos, el centro regional recuperó bastante la actividad y la presencia de público que visita la muestra permanente o las exposiciones temporales, como la de Termus Territorios Musicales, pero en la recta final del año ha habido cambios. Y una prueba de ello fue la celebración de la última edición del festival Etnovideográfica que combinó la presencialidad con la modalidad a distancia. “Como el incremento de casos ha ido en paralelo al avance del festival hemos visto cómo bajaba la afluencia. Así tenemos una medida de 40 personas de media por proyección y este año ha bajado a 15 físicamente”, atestigua Calvo quien lamenta que la única actividad que pudieron desarrollar con los escolares correspondió, en otoño, a los talleres didácticos “Cultivando miradas”.

E Multicines Zamora. El único cine que permanece abierto a fecha de hoy en la ciudad ha visto condiciona su actividad por la limitación de aforos. “Los primeros seis meses del año han sido muy malos y realmente muy duros” dice con contundencia su responsable Alfredo Reguilón, quien asegura que a partir del verano con la llegada a las carteleras de las grandes producciones norteamericanas el público “regresó” a las butacas de las distintas salas y ahora mismo siguen acudiendo seducidos por títulos como “Spiderman” o por “Canta 2” . El responsable de programación de Multicines Zamora asegura que los primeros que volvieron fueron las nuevas generaciones, los niños y jóvenes que tuvieron títulos atrayentes durante el estío, para en el otoño regresar a las salas aquellos espectadores de más de 60 años que acudían a ver la programación más cultural que ofertan. Y precisamente este asistente ha empezado a disminuir con la llegada de la variante Ómicron. “Este tipo de público, que sería el que encaja con “West Side Story” ha vuelto a tomar más precaución”. “El número de contagios marca la afluencia de nuestro público”, ratifica. Respecto al cierre del otro cine existente en la ciudad, Cines Valderaduey, afirma que “siempre que desaparece un lugar donde se alberga cultura es una pena y además pierden los espectadores porque no se puede dar cabida a más películas. No es positivo para la ciudad pero un cine conlleva muchos gastos fijos y además las películas tienen un coste y el margen que nos queda hace que todo sea complicado”,