La amplísima base de datos mundial de la Interpol para identificar a personas fallecidas a partir de su perfil de ADN dio sus resultados: el cadáver hallado a orillas del Tera, en Pozo Muerto, a la altura del Lago de Sanabria en diciembre de 2019 pertenecía a un ciudadano portugués que vivió en Reino Unido. Los ficheros de la Organización International de Policía Criminal no solo pusieron cara y nombre al varón fallecido: se conoció que tenía antecedentes policiales por diversas causas en Inglaterra, según ha podido saber LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. Lo que se desconoce es cuándo este hombre de 1,64 metros de altura y pelo claro llegó a España, a Zamora, donde nunca había sido detenido. Y por qué o para qué.

Su nombre y apellidos quedan en el discreto archivo de la Guardia Civil que investiga su muerte. El Instituto de Medicina Legal de Zamora mantuvo hasta hace unos meses el cuerpo sin vida en una de las cámaras frigoríficas del Instituto Anatómico Forense anexo al Cementerio de San Atilano. En el camposanto zamorano, fue enterrado el ciudadano luso, de 70 años de edad, en la zona denominada de “Desamparados”, destinada a dar sepultura a aquellas personas que mueren sin ser reclamadas por ningún familiar. El gasto del entierro corrió a cargo de la Administración como ocurre cuando se desconoce si el finado tiene allegados.

Un furgón funerario a su llegada al Instituto Anatómico Forense de Zamora. Emilio Fraile

El juez dictó el pertinente auto para ordenar la inhumación del fallecido, cuyo cuerpo no podía volver a guardarse en la morgue de las dependencias del Instituto Forense tras ser descongelado para un segundo examen. Los restos del vecino portugués permanecieron en las cámaras del Instituto de Medicina Legal durante un año y medio, aproximadamente, después de que se le practicara la primera autopsia y hasta este verano.

El ADN de la persona hallada muerta sin que exista ninguna documentación que acredite su identidad se coteja primero con las bases que tiene la policía en España, para después extender la operación a los países en los que se tenga algún indicio de que ha nacido o vivido. En el caso de este ciudadano portugués, la colaboración ciudadana fue importante, puesto que los vecinos de la zona le habían visto con vida, según las fuentes consultadas por este diario.

No es la primera vez que el equipo forense de Zamora se topa con un cadáver indocumentado al que tiene que intentar identificar, en más de una ocasión debe sortear las dificultades que conlleva el avanzado estado de descomposición del cuerpo, un hándicap que los progresos científicos sobre ADN ha logrado derribar. Uno de los últimos cadáveres identificados con ese sistema fue el de otro varón que conservaba las piernas dentro del pantalón vaquero, del que sobresalía la columna vertebral.

Los restos del ciudadano portugués identificado ya por la Interpol fueron hallados por una persona que paseaba a las 19.00 horas a orillas del Tera el 27 de diciembre de 2019. El hombre fallecido vestía un pantalón negro, un jersey marrón claro y un forro polar negro e iba calzado con botas, según los datos que adelantó entonces este diario.

Una segunda autopsia que descartaría una muerte violenta

Despejada la incógnita sobre la identidad y el historial penal del varón hallado muerto junto al puente de la zona de los Arenales de Vigo o playa de los Enanos, las circunstancias del óbito siguen siendo un misterio, a pesar de las dos autopsias que los forenses del Instituto de Medicina Legal de Zamora practicaron al cadáver y que descartarían, en principio, que fuera víctima de un homicidio.

Por concretar queda, pues, si fue arrojado en algún punto del cauce del Tera por alguien con intención de poner fin a su vida o si, por el contrario, fue decisión propia, ya que el segundo análisis de los restos del varón no lograron dar con ningún indicio de que se tratara de una muerte violenta, al no encontrarse ningún rastro de lesiones físicas, según la información a que ha tenido acceso este diario.

No obstante, las condiciones en las que se encontraba el cuerpo no permiten saber si el individuo pudo morir estrangulado antes de terminar en el cauce del río Tera. Al parecer, sí se desestimaría que el óbito estuviera provocado por algún tipo de intoxicación alimentaria o de otro tipo. El cuerpo tenía las extremidades inferiores en el interior de un saco, atado con una cuerda, lo que impediría dar movilidad a las piernas dentro del agua. La Guardia Civil todavía no ha cerrado la investigación, a la espera de poder acotar más las causas de la muerte.