Cáritas teme que el mayor castigo por la subida de la luz llegue de la mano del frío. Hasta ahora, el incremento de la tarifa se ha notado de manera más residual, durante unos meses de verano en los que la gran cantidad de horas de luz natural y el calor en las calles han limitado el uso de determinados aparatos que incrementan los costes. Ahora, el descenso de las temperaturas, la necesidad de usar más a menudo la luz artificial y el progresivo incremento de la utilización de braseros o estufas amenazan la economía de familias que ya se hallaban en situaciones “límite”.

Este análisis es el que ha realizado una de las trabajadoras de Cáritas en Zamora, Marta Martínez. Esta profesional ya está intuyendo lo que se avecina desde su puesto de trabajo, ante la certeza de que “los recibos van a subir bastante”. “Hasta ahora, veíamos que podían ser incrementos de 5 euros, pero el frío se va a notar”, insiste la empleada de la ONG, que ya está recibiendo señales de alerta por parte de las propias familias.

En ese sentido, las personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad están contactando con Cáritas para saber qué medidas se van a poner en marcha para tratar de paliar esta situación. Para muchos, la gran preocupación se centra en los niños y en los mayores, y en la necesidad de calentar las casas: “Y no es solo la luz, hablamos de todos los suministros. El gas también ha subido y hay que tener en cuenta la calefacción”, apostilla Martínez.

La trabajadora de Cáritas reconoce que la solución pasa principalmente por que el precio de la luz disminuya. Tras una etapa de subidas continuas en los últimos meses, el compromiso del Gobierno es promover una bajada que no termina de llegar: “Las cosas de palacio van despacio”, desliza Marta Martínez, que tiene la sospecha fundamentada de que el arreglo podría llegar tarde para algunas familias.

De hecho, la previsión de Cáritas es que, ya en las próximas fechas, “acudan muchas familias con este tema”. Ahí, el plan de la ONG es ir capeando el temporal según vaya apareciendo: “Daremos respuesta en función de las situaciones que veamos”, subraya Marta Martínez.

Arrastre de la pandemia

La coyuntura actual, con la subida de la factura de la luz, viene marcada también por el arrastre de la pandemia. “Desde entonces, hay familias que se vieron afectadas y luego lograron hacer cosillas, pero hay otras que, por edad o por su situación económica y social, siguen en una situación extrema”, reconoce Martínez, que espera que la acumulación de factores no dispare la cifra de familias en situación de vulnerabilidad

En ese sentido, en la peor fase de la pandemia desde el punto de vista laboral, Cáritas atendió a algunas personas que no habían solicitado ningún tipo de ayuda a lo largo de su vida. Ahí se encuentran los afectados por algún Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) o directamente por algún despido. También, las familias que basaban una parte principal de sus ingresos en la economía sumergida; gente que no solo vio cortada repentinamente su principal fuente de ingresos, sino que se vio atada de pies y manos a la hora de solicitar ayudas.

Del mismo modo, Martínez alude a los autónomos que han tenido que cerrar sus negocios como otro de los colectivos inmersos en una problemática que podría agravarse con la llegada del invierno: “A los que se encuentren en una situación así, les digo que se acerquen a Cáritas y la trabajadora social les dará información, se sentará con ellos y valorará las ayudas que pueden recibir”, enumera la empleada de la ONG, a las puertas de un otoño plagado de incertidumbre.