La experiencia apunta que un maltratador “puede ser un ángel con unas personas y un demonio con otras, cometer actos execrables con su pareja, en la casa, lo que no tiene que ver con que se lleve bien con su actual” mujer. La advertencia del Fiscal de Violencia de Género, que destacó que estos delitos se producen en la intimidad de la pareja, le sirvió para mantener los 18 años de prisión, 3 por maltrato habitual y 15 por violaciones, que había pedido para el acusado ante la Audiencia Provincial.

La que era su segunda mujer denunció a su esposo, de iniciales A. Ch., en 2018 por obligarle a mantener relaciones sexuales anales el mismo día en el que le dieron el alta tras la operación de un tumor en el pecho, en verano, aunque ella le pidió que la dejara. Si no llegó a gritar o pedir ayuda nunca fue porque su hija de 11 años estaba en el domicilio, explicó la mujer a preguntas de la abogada de la defensa de A.Ch., quien sostiene que no hubo agresiones sexuales ni maltrato y que la denuncia obedece a intereses económicos porque él trabajaba; porque quería traer al hijo de otro matrimonio a vivir con ellos; y porque ya no había una buena relación y él la rechazaba y “era frío con ella”, según describió el procesado.

La violación es dentro del matrimonio y sabemos que en la cultura árabe, con todos mis respetos, por su idiosincrasia, es más difícil que la mujer denuncie”, detalló el fiscal, Evaristo Antelo, ante la acusación de la defensa del procesado de que la mujer realizó una denuncia falsa por los motivos expuestos. Antelo se preguntó “¿cuántos matrimonios no se deshacen por los hijos?, es así”, agregó para indicar que “es comprensible” ante las dificultades que las mujeres tienen en general, “también en Europa”, para dar el paso. El abogado de la defensa se sumó a la petición de penas del fiscal, que incluye 22 años de alejamiento y 15 de libertad vigilada. La presunta víctima contó ayer que las violaciones y el maltrato fue habitual en su matrimonio, con insultos como “pura, no eres una mujer”, sin justificación y “siempre en la casa”.

La abogada aludió a la mala relación existente entre ambos desde que la mujer se trasladó desde Marruecos a vivir a Zamora en 2015 con su hija y revertió los términos de la acusación para asegurar que el humillado, insultado y maltratado era el imputado, que se negaba a mantener relaciones sexuales con la presunta víctima y que cuestionaba su capacidad sexual y le hostigaba porque la rechazaba. La aparición de una tercera mujer, su actual pareja, habría sido el detonante, según la defensa.

El Ministerio Público recurrió al testimonio de la presunta víctima en el juicio para subrayar que “si todo lo que dice es inventado, no sería difícil aumentar los hechos que denunció” para perjudicar más al imputado y, sin embargo, “matiza y dice que no llegó a golpearla, a darle puñetazos, ni a retorcerla los brazos, que solo le empujaba”, lo que para Antelo define la “honestidad y veracidad “ del relato, ya que “no lo agrava, sino que lo ajusta a la verdad”. Este extremo no resta veracidad a la denuncia ni al hecho de que “las relaciones que mantuvieron casi nunca fueron consentidas” y que, por tanto, el hombre las forzaba incluso cuando ella estaba aún convaleciente por la operación de pecho.

El fiscal restó importancia a la prueba del psicólogo que examinó la personalidad del acusado, contratado por su defensa, concluyó que “él puede ser exquisito en la calle y en la intimidad no”.