Ni una pandemia puede acabar con las tradiciones más arraigadas de la Semana Santa zamoranaO, al menos, así lo pensaron un grupo de hosteleros de la provincia, que se organizaron para repartir entre todos aquellos que trabajaron durante la madrugada del Viernes Santo más de 400 raciones de sopas de ajo. Un reconstituyente muy popular entre los cofrades de Jesús Nazareno y todos los zamoranos que se acercan cada año a Tres Cruces para ver la procesión más larga de la Pasión local.

Esa madrugada no había cofrades -ni de fila ni de acera-, pero sí muchos trabajadores, entre sanitarios y agentes, que tenían que estar al pie del cañón durante la noche. Y hasta sus lugares de trabajo acudieron varios voluntarios de este grupo de hosteleros para agradecer su labor en forma de reconfortante plato caliente, que había sido cocinado durante todo el día en el restaurante Casa Aurelia de Villaralbo.

Los primeros en degustarlo fueron los miembros de la Policía Nacional, en una atípica noche tranquila de Viernes Santo en la capital. Un reconstituyente desayuno que también aprovecharon los que se incorporaban al servicio poco más tarde. En el centro de salud Santa Elena había más movimiento, pero los sanitarios también tuvieron tiempo de charlas con estos voluntarios, que descargaban de sus furgonetas las grandes cazuelas de sopa -e incluso mesas- para repartirla en recipientes d=e barro, junto con la bebida.

Para los más golosos también estaba la opción de batidos y algún bollo dulce. Un desayuno de diez que se completó además con platos de callos envasados al vacío por si el hambre apretaba un poco más tarde durante la jornada laboral.

Los vehículos pasaron también por el Hospital Virgen de la Concha, el cuartel de la Guardia Civil, el centro de la Policía Municipal, Bomberos y Protección Civil. Recibidos con una sonrisa y palabras de agradecimiento, cuando el gesto en sí era precisamente agradecer a todos estos profesionales su labor humanitaria en estos momentos de crisis sanitaria.

Le dio tiempo al grupo a acercarse antes de finalizar su cometido solidario a Cáritas y a las farmacias de guardia, donde también realizan una importante labor, que querían reconocer. Tras la intensa jornada tocaba regresar al restaurante de partida para recoger todo el material. Allí también la decena de voluntarios fue recompensada con un buen plato de sopas de ajo, todavía calientes a pesar de las horas pasadas. "Nos han aplaudido a nosotros cuando ellos están haciendo una gran labor. Han sido muy agradecidos y sentimos que hemos aportado un pequeño granito de arena a esta situación", resumía uno de los voluntarios tras la jornada.

El colectivo de hosteleros zamoranos, que aglutina a medio centenar de negocios, asegura que no será esta la última actividad solidaria que hagan para ayudar a sobrellevar un poco mejor la situación a estos profesionales y ya están dándole vueltas a nuevas iniciativas en las que ellos puedan aportar una nueva pizca de solidaridad, que se están multiplicando estos días en la ciudad.