Francisco Somoza Rodríguez (Puebla de Sanabria, 1952) lleva toda su vida laboral desarrollando proyectos llamativos como arquitecto y empresario y sabe lo que es echar cálculos a medio plazo. Lamenta la tragedia que decenas de miles de familias viven por culpa del coronavirus y se declara optimista impenitente en cuanto al futuro de la economía, sin miedo a que haya que apretar con fuerza los dientes. Paco Somoza lleva toda la vida tomando apuntes a vuela pluma sobre cuadernos de papel de alto gramaje en los que atesora miles y miles de momentos, edificios, paisajes y personas, con esos toques de acuarela que les dan la vida sobre el papel. Por eso, ha volcado en Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp, durante todos estos días de Semana Santa atípica, una serie de dibujos para acompañar la Pasión que no pudo ser.

¿Por qué la Pasión zamorana a través de las redes?

La tradición de la Semana Santa en esta ciudad tiene una importancia desmesurada. La ciudad entera se transforma y se convierte en un gran escenario que es un gran escenario vacío y espeluznante este año. Quería que esa tradición tuviera cierta continuidad y se me ocurrió dibujarla y retomar apuntes de otros años en cada momento de la Pasión y publicarlos en las redes sociales.

¿Por qué gana un apunte a una fotografía?

Porque el apunte tiene la misma condición de instante pero con un recorrido mucho más interior y con mucha más emoción, más fruto de la imaginación que los pasos solicitan en cada momento. La intención, en definitiva, es trasladar esas emociones a los demás o, al menos, intentarlo.

¿Hay apoyo fotográfico o hizo in situ cada uno de esos dibujos?

Todos son apuntes del natural porque me gusta mucho más hacerlo así. Y todavía más en el caso de la Semana Santa. Si no estás en el lugar en el que se produce el acontecimiento y tiras de una foto como instrumento de recuerdo, pierde la vibración que tienen los pasos en la calle.

¿Cuántos dibujos colgará?

Intentaré meter en las redes todas las procesiones. Lo malo es que entre todas las procesiones hay muchos pasos y muchísimos detalles que también me interesan, esas partes de la Semana Santa que no ve todo el mundo, pero es imposible. No puedo ser exhaustivo pero intentaré que la serie sea representativa de la Semana Santa de Zamora. Serán unos 30 dibujos.

Qué oportunidad para que la gente pueda descargar sus dibujos y que dejen de hostigarle con peticiones…

Es verdad. Muchos amigos y gente de las cofradías me piden dibujos con frecuencia.

¿En qué soporte suele pintar las acuarelas?

Muchas son en papel Guarro, que son muy duros, y también compro otros muy resistentes y absorbentes, que no recuerdo la marca. Pero utilizo de todo. Hace tiempo que descubrí que las cajas de las latas de atún en conserva son estupendas para dibujar. Cualquier soporte vale, siempre que la acuarela agarre bien. Cuando la acuarela resbala en un papel satinado también produce imágenes interesantes y sorprendentes.

¿Cuántos cuadernos ha llenado?

Deben de ser más de 600.

¿Sigue pidiéndole un amigo uno de sus cuadernos como si fuera parte del testamento?

Sí… Me dice que cuando yo me muera, le podría dejar uno y yo le digo que mejor cuando se muera él. Se lo meteré donde se lo pueda llevar. Procuraré que no tenga muchos dibujos para que no se pudran. (Risas).

¿Piensa que el proyecto del nuevo Museo de Semana Santa queda tocado con esta crisis o, simplemente, se pospondrá durante un tiempo?

Estoy seguro de que solo se pospondrá. El Museo de Semana Santa es muy importante para la ciudad porque tiene que acoger la tradición más importante y sentida de Zamora. Siempre he pensado que debe ser, además de un instrumento de exposición y divulgación de las piezas y dinamizador de la tradición, un lugar en el que haya mucha vitalidad para generar diversas atracciones y un mayor rendimiento desde todos los puntos de vista. Debería exponer también lo intangible, como un reto muy complicado para quienes tienen esa encomienda.

¿Qué momentos emblemáticos de la Pasión zamorana incluye en esa serie especial?

Jesús en la Tercera Caída; el cántico en la Plaza, que es una preciosidad, el Jesús de la Buena Muerte; Las Siete Palabras, el Silencio, las Capas, la Esperanza… El canto del Miserere, la salida del Cinco de Copas… Vamos a sacar todo lo que podamos. Ya que no pueden salir, que salgan de esta manera y no se queden dentro. Terminaré con el Domingo de Resurrección, que es casi la primera romería. Pedro Sánchez había puesto ese día, sin querer, como el final del confinamiento y habría sido una buena coincidencia, aunque tendremos que esperar más para esa resucitación social y que esto se regenere del todo.

¿Qué le parecen las prórrogas del confinamiento? ¿Habría sido mejor sacarse el esparadrapo de un solo alarido en vez de hacerlo a grititos?

No lo sé. No me gustaría estar en el pellejo de quienes toman las decisiones. Se están cometiendo errores que todos apreciamos y supongo que también aciertos. Vamos a respetar los tiempos y a quedarnos en casa. Necesitamos que el sistema sanitario esté menos presionado y todos podemos ayudar cumpliendo las normas.

¿Cómo interpreta esta especie de guión de película mala sobre un futuro distópico que estamos viviendo?

Pues que cada cien años la naturaleza nos la arma. Hace un siglo se dio la gripe española, con ciertas similitudes con lo que pasa ahora. Debemos ser prudentes, esforzarnos en que la ciencia cuente con recursos y esté bien remunerada. Ahora nos quejamos mucho de la infraestructura sanitaria que, probablemente, es una de las mejores del mundo.

¿Qué vamos a aprender de todo esto?

De entrada, que debemos tener una relación armónica con la naturaleza porque nos hemos apartado de ella. Mirando hacia el futuro, los edificios tendrán que tener un nivel de conciliación con la naturaleza mayor que el que tienen. Por ejemplo, la ciudad de Zamora se asienta en una zona alta porque hay que defenderse; en un territorio fértil, porque hay que alimentarse y en torno a un gran río, porque el agua es indispensable, y con un clima soleado durante buena parte del año. La elección del sitio estaba muy fundamentada en la racionalidad, la seguridad y la salubridad. Desde el segundo tercio del siglo XIX, en lugar de ubicar las ciudades en los entornos que la naturaleza nos proponía, hemos construido en torno a los centros fabriles, grandes explotaciones mineras y se han creado conurbaciones en las que no importaban todas esas cuestiones. Estamos haciendo algo muy mal. La lección que aprendo de este momento es que tenemos que estar más entrelazados con la naturaleza y que la distancia que ahora nos exigen sea natural. En los pueblos, la gente se habla de esquina a esquina y de balcón a balcón. No van a desaparecer las concentraciones de gente pero debemos ser conscientes de que las aglomeraciones tienen su coste en todos los sentidos.

¿Está invitando a volver a la vida eminentemente rural?

Propongo un ejercicio de análisis sobre algo que ocurre en todo el territorio nacional. Ahora, todo el mundo quiere vivir en Madrid o en Barcelona. Todo el mundo quiere vivir en Valladolid y, cuando llegas a Valladolid, te das cuenta de que es una ciudad sin ton ni son desde el punto de vista arquitectónico, como le ocurre a Madrid y a Barcelona. A lo mejor, ahora aprendemos que se puede trabajar desde casa, que vivir en el campo es una cosa estupenda y que ir fiesta una vez al mes es mucho más sensato que ir todos los días. La gente que está en Madrid va al Museo del Prado menos que yo porque, como están allí, no van.

Como empresario, ¿ve el futuro cercano con optimismo?

Yo soy optimista no solo por ser empresario, sino por mi manera de razonar. Los empresarios, en general, somos gente bastante buena y apostamos por lo aparentemente imposible, que eso es emprender. Me incluyo en ese grupo de ‘zumbaos’ capaces de generar y proponer actuaciones empresariales cuando nadie se atreve. Ahora vamos a tener que volver a empezar, en cierto modo, y no va a pasar nada. Todos hemos empezado en condiciones penosas y peligrosas desde el punto de vista financiero. Creo que, desde el punto de vista de la economía, hay que plantearse todo esto como un ‘volver a empezar’ y aquí no ha pasado nada. Hay que volver a contratar a la gente, de forma pausada, a todos y, si me apuras, a más. Hacer un esfuerzo importante de empresa y creo que los trabajadores también van a ser muy solidarios porque todos le hemos visto las orejas al lobo y somos conscientes de que la empresa no es una persona, sino muchos trabajadores y, si sobra algo, para el empresario, que es el que asume los riesgos. Lo que hay que tener en cuenta de verdad es la tragedia que esta crisis sanitaria comporta, con miles de personas fallecidas.

¿Cree que la economía queda "aplazada" en vez de herida de gravedad?

Sí. Es una forma de congelación. Vamos a estar no tres meses, sino más, porque hay que considerar la descongelación. Todos tendremos que arrimar el hombro: empresarios, trabajadores, bancos y gobiernos. La opción pesimista de que todo se va a hacer puñetas y de que no vamos a conseguir salvar la situación es absurda. Si esto es un barquito en plena marejada, si preparamos un motín, el bote se hunde pero, si distribuimos los pesos, remamos y buscamos un equilibrio y una coordinación, nos salvaremos. Me la juego a ser profeta: esa va a ser la forma en la que vamos a funcionar.