Esta época del año se caracteriza en Zamora por las buenas expectativas turísticas, por el incremento de la población y por la vuelta de miles de zamoranos que viven fuera y regresan a su tierra para compartir la Semana Santa con amigos y familiares.

Todo esto ha cambiado. La pandemia del coronavirus ha dado al traste con todos estos planes y también con la mejor época para el turismo en la capital y muy importante también en la provincia.

Las calles vacías y los bares, restaurantes y hoteles cerrados dan una imagen muy diferente de la que ofrece habitualmente la Semana Santa zamorana, con sus aceras repletas de gente a la espera del paso de las procesiones y las terrazas llenas si las temperaturas lo permiten.

La suspensión de las procesiones supone para el sector de la hostelería no solo importantes pérdidas económicas y de un importante número de puestos de trabajo que se crean en estas fechas, sino también que haya desaparecido, de golpe y porrazo, el principal altavoz turístico de la ciudad.

Así lo entiende el presidente de la Asociación Zamorana de Empresarios de Hostelería (Azehos), Óscar Somoza, quien destaca que la Semana Santa es la campaña de marketing y publicidad más importante del año para la ciudad.

"La gente que visita Zamora y el boca a boca que se produce se multiplica para todo el resto del año", afirma el presidente de la patronal de los hosteleros, que hace un símil con la crisis sanitaria del Covid-19 que atraviesa todo el país y asegura que la Pasión es el respirador de la hostelería de Zamora y este año, esa bomba de oxígeno no existe.

"Es la fecha en la que un porcentaje elevadísimo de la diáspora, de los zamoranos que están fuera, vienen a su tierra y vuelven a los lugares donde viven y lo cuentan. Esto es un altavoz tan enorme que perderlo tiene una repercusión en todo el año", añade.

Pero los efectos para los hosteleros no se reducen solo a las celebraciones de la Semana Santa, ya que a mediados del mes de marzo Azehos comunicaba el aplazamiento del Festival De Tapas X Zamora y el Concurso de Coctelería de Trago Corto. A esto se suma la suspensión de las excursiones de verano y de algunas ceremonias de la campaña de comuniones.

"Para Zamora se suspende toda la actividad de la que dependemos el turismo y la hostelería", defiende.

En este sentido, Óscar Somoza explica que el sector ha perdido el semestre entero del año, lo que considera que para Zamora es "un quebranto total y la crisis de los establecimientos" que se dedican a la hostelería, muchos de ellos en manos de una, dos o tres personas, en muchos casos que son familia, y que "dependen absolutamente de la Semana Santa para cubrir las pérdidas o no ganancias del primer trimestre del año".

Respecto a la posibilidad de que las procesiones pudieran celebrarse en septiembre, desde Azehos creen que sería algo testimonial, pero que nunca llegaría a ser el pulmón que supone la Semana Santa para Zamora, "más con lo tocados que van a quedar los bolsillos de las personas y de los empresarios".