Las cofradías confían en que la Junta de Castilla y León financie más de la mitad de los seis millones que costará el proyecto del nuevo Museo de Semana Santa. La administración regional costeará "un 60%, un 15% el Ayuntamiento de Zamora, un 15% la Diputación", mientras que "el equipamiento y la digitalización del archivo lo sufragará el Gobierno central", desgranó ayer la presidenta de la Junta pro Semana Santa, Isabel García Prieto, en la presentación pública del proyecto de ejecución del nuevo centro efectuada en el salón de actos de la Junta pro Semana Santa en presencia de autoridades políticas y religiosas y de representantes de algunas cofradías.

Isabel García adelantó que representantes de las hermandades acompañados de responsables de las instituciones implicadas mantendrán "próximamente una reunión" con el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, de cara a formalizar "lo antes posible" el convenio de financiación, a fecha de hoy todavía sin firmar, que permita dar más pasos hacia la materialización del nuevo centro.

Una vez cerrado el capítulo económico y a la espera de que Valladolid dé luz verde a la modificación puntual del plan especial del Casco Histórico, aprobada por el pleno del Ayuntamiento, la Junta pro Semana Santa bajara comenzar con el derribo "una vez que se hayan distribuido todos los pasos y enseres por distintas iglesias en la Semana Santa de 2020. "Gracias al Obispado de Zamora las imágenes estarán en los templos de la ciudad" durante el tiempo que duren las obras, precisó la presidenta de la Junta pro Semana Santa al tiempo que aseveró que todavía "tenemos que sentarnos a decidir en qué iglesias podrán estar alojados".

Respecto a los tiempos de ejecución del nuevo Museo de Semana Santa, el arquitecto Néstor Montenegro expresó que, dada la implicación del centro en la celebración, "hemos intentado reducirlo" todo lo posible "para que solo durante una Semana Santa no está abierto". El profesional concretó que la realización, que conllevarán la demolición total del actual espacio expositivo, comenzará "siempre tras una Semana Santa para abrirlo tras la segunda, lo que supone entre 18-20 meses de ejecución". A este respecto Isabel García puntualizó que "nos gustaría que estuviera concluido a finales de 2021 o principios del año 2022".

En cuanto a los detalles de la obra, la arquitecta Beatriz Matos, en nombre de la UTE Matos Castillo, describió que el museo tendrá rasgos del "medievo", por el uso de la piedra de Zamora en el exterior con un interior de hormigón de tablilla de color blanco tostado, y esgrimió la importancia de la luz como elemento de "espiritualidad".

Además, matizó que el museo "es hermético por fuera. Estará cerrado y mira hacia dentro, pues es una pieza en donde el fondo espiritual será importante" y subrayó que "parecerá un edificio del medievo en el centro de Zamora que con un pincel como el de los arqueólogos hubiéramos sacado a flote" a lo que su compañero Montenegro agregó: "Es muy contemporáneo, pero cargado de las referencias necesarias por el tipo de objeto que estamos exhibiendo".

El edificio planteado por los arquitectos dista poco del planeamiento inicial, presentado meses atrás, salvo modificaciones añadidas tras la estancia del equipo en la ciudad durante la última Semana Santa, una visita que los profesionales han calificado "como un punto de inflexión" que ha dado lugar a los únicos cambios existentes.

Tras conocer el movimiento y la salida de los pasos, los arquitectos han realizado "transformaciones en las distribuciones y circulaciones" y han incluido una sala de salida de pasos de 8 metros de altura cerrada con un gran portón de 60 metros cuadrados de acero pavonado texturizado, a cuyos lados han situado dependencias "más bajas para exhibir documentación" que acompañará a los grupos escultóricos.

El nuevo Museo de Semana Santa tendrá 5.500 metros cuadrados, construidos en dos plantas y un sótano con una altura de 5,50 metros cada nivel. Un total de 3.600 metros útiles están destinados a zona de exposición permanente, entre primera y segunda planta, y 500 metros podrán emplearse como zona de exposiciones temporales, salas de didáctica o de investigación en sótano que "podrá ser utilizarse con otras funciones se ajusten a las necesidades de un centro del siglo XXI" a lo que se suman 450 metros cuadrados de zonas de trabajo interno, almacenaje y restauración.

"Hoy en día un museo tiene que ser un espacio vivo y para conseguirlo se ha planteado una vertibilidad y una circulación tan fácil que puedan realizarse distintas configuraciones", remarcó Beatriz Matos.