El historial cruento de Bernardo Montoya comienza hace 23 años, con el asesinato a machetazos de una anciana de 82 años en Cortegana, el 13 de diciembre de 1995. Con 27 años y un historial delictivo por robos, acudió a la casa de su vecina, a la que accedió por la ventana para asegurarse de que la mujer no testificaría en su contra en un juicio en el que se acusaban de herir a otra persona. Sorprendió a la anciana, a la que hirió mortalmente en la carótida y la yugular. En 1999, la Audiencia de Huelva le condena a 22 años de prisión, al aplicársele las atenuante de drogadicción. Tras cumplir 17 años de cárcel por ese crimen, el asesino de Laura intenta violar en 2008 a una joven de 27 años cuando paseaba con su perro por un parque de El Campillo. De nuevo, con un arma blanca intenta agredir a la mujer, su perro se interpone y acaba con una puñalada de 15 centímetros, según publicaba la prensa local.

Bernardo Montoya queda en libertad en 2015 y vuelve a delinquir, comete dos robos con violencia. Tras su última condena a dos años y diez meses de cárcel, regresa a El Campillo en octubre, a la vieja casa que su familia tiene en el pueblo. La fatalidad quiso que Laura alquilara la vivienda de enfrente, arrendada a una compañera del Instituto Vázquez Díez de Nerva al que la joven profesora zamorana se incorpora como interina el 4 de diciembre.