La iglesia de San Cipriano, junto al mirador de la plaza de Claudio Moyano, ha sido la última víctima de las pintadas que han proliferado en los últimos meses en los templos románicos de la capital y que están provocando un quebradero de cabeza para las instituciones y los vecinos de Zamora, incapaces de frenar unos actos que le cuestan al erario público más de 100.000 euros anuales entre limpieza de pintadas y reposición de mobiliario urbano.

En las últimas horas los vándalos han perpetrado una nueva acción vandálica en una de las iglesias de Zamora y, tras San Esteban, Santa María la Nueva o San Ildefonso, el templo zamorano amaneció con dos pintadas de la misma persona en las fachadas que dan al Duero, las que quedan protegidas de las miradas de transeúntes al encontrarse junto al mirador.

Precisamente todo el entorno de la plaza de Claudio Moyano ha recibido pintadas en los últimos años pero la iglesia había mantenido su imagen inmaculada, especialmente tras las obras de adecuación de Zamora Románica.

Al ser ese mirador uno de los lugares en los que tienen lugar botellones, la Policía Municipal ha ampliado la vigilancia nocturna durante los fines de semana a fin también de intentar erradicar las pintadas que están apareciendo.