Que el Parlamento Europeo decidiera realizar ayer un congreso sobre despoblación en Zamora no fue fruto de la casualidad. Lejos de ser una mera coincidencia, su celebración en la capital respondió a los últimos datos del padrón publicados por el Instituto Nacional de Estadística. Con 3.000 habitantes menos, Zamora fue la provincia que más población perdió durante 2017, perfilándose así como uno de los ejemplos modélicos de "La España vacía" descrita por el escritor Sergio del Molino, tal y como citó durante la intervención inaugural del acto celebrado en el Consejo Consultivo de Castilla y León el alcalde de la ciudad, Francisco Guarido.

Parafraseando al autor madrileño, el regidor municipal aseguró que la solución al declive demográfico no pasa por megalómanos anuncios de repoblaciones sino por "algo mucho más complejo y menos fotogénico: atender las necesidades pedestres y elementales" de los ciudadanos. Una concisa propuesta que desató la "tormenta de ideas" bajo el paraguas de la iniciativa "Europa en mi ciudad" en busca de medidas que frenen la "galopante" despoblación que vive la provincia.

Así, Carlos Fernández Carriedo sugirió hacer "habitables y atractivas" las zonas deshabitadas "frente a un mundo urbano que está en colapso". No obstante, a juicio del consejero de Empleo de la Junta de Castilla y León, se trata de un asunto en el que llueve sobre mojado. En su opinión, parte de la culpa radica precisamente en Europa por haber dedicado más tiempo a otras "preocupaciones" y "temas urgentes" como el futuro del Brexit o las consecuencias de la crisis migratoria en detrimento de "cuestiones relevantes" como la demografía, "que no ha adquirido tanto calado".

Más allá de echar balones fuera y de ahondar en las causas de esta sangría, las intervenciones trataron de proponer medidas prácticas desde una óptica positiva con un claro denominador común: la apuesta por la dignificación del mundo rural comenzando por su concepto. Tal y como defendió la eurodiputada Iratxe García, "hay que acabar con esa percepción de que quienes se quedan en los pueblos es porque han fracasado, tenemos que hacer de nuestros pueblos medios atractivos, devolver el orgullo a lo rural". Si bien confesó no tener una "varita mágica", la parlamentaria socialista expresó su voluntad "política y personal" para invertir la tendencia demográfica comenzando por un cambio de cultura.

En la misma línea, la eurodiputada de Izquierda Unida Paloma López Bermejo apostó por un cambio "radical" de modelo. Según sus palabras, en una sociedad completamente "mercantilizada", los pueblos actúan como productores de alimento o generadores de recursos de los que se benefician las zonas urbanas. "Hay que cambiar el concepto de que el territorio rural tiene que estar al servicio del urbano", manifestaba.

La dotación de servicios públicos de educación, sanidad y transporte, la simplificación de los trámites administrativos o el acceso a Internet fueron las peticiones más demandadas por los asistentes, procedentes de la provincia y también de otras zonas afectadas como Soria, Guadalajara o Teruel. De hecho, el estado de salud de la sanidad salió a relucir también durante la intervención del analista político de la Comisión Europea Juan Luis Ballesteros, quien recordó que su abuela vivía en Zamora aunque por "razones médicas" se vio obligada a trasladarse a vivir a Motril (Granada), donde nació su madre.

María Andrés Marín, directora de la Oficina del Parlamento Europeo en España, fue la encargada de moderar la jornada y de arrojar luz sobre uno de los principales retos demográficos a los que se enfrenta la Unión Europea. Según los datos manejados por la Agencia Europea de Estadística (Eurostat) se prevé que en 2060 la proporción media de más de 65 años se duplique hasta llegar al 30%, que la población activa se disminuya diez puntos hasta el 56% y que el índice de remplazo generacional en España sea de 1'34, muy lejos del 2'1 necesario para contrarrestar el declive poblacional. De ahí que Andrés Marín abogara por la unidad para garantizar el futuro del medio rural.