El sacerdote vallisoletano Francisco Javier Fresno Campos, delegado diocesano de la Religiosidad Popular, fue anoche el encargado de abrir el mes de febrero de las conferencias del club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA con su ponencia "El Día del Enfermo en el Año de la Misericordia" celebrada en el paraninfo del Colegio Universitario ante decenas de personas.

-¿Cuál es el papel de los enfermos dentro del Año de la Misericordia que se inauguró el pasado mes de diciembre?

-El Papa nos invita específicamente a mirar a aquellas situaciones de dolor que están a nuestro alrededor, sean del tipo que sea, y también a tocarlas. No tenemos que alejarnos de ellas, aunque a nadie le gusten. Normalmente, en la sociedad actual, estas situaciones se dejan en manos de profesionales de todos los ámbitos porque no queremos que nuestras manos se contaminen con el dolor ajeno. Bajo una capa de pudor parece que tenemos alergia a tratar el dolor cara a cara, quizá porque tampoco sabemos hacerlo. Este año se nos invita explícitamente a acercarnos a esas situaciones de sufrimiento y a reconsiderar las viejas obras de misericordia que leíamos en el catecismo, así como a visitar a los enfermos. Eso es más que estar presentes en los hospitales o en las casas, es tener cercanía, atención y consuelo, llevar esperanza y festejar la misericordia de Dios.

-En muchas ocasiones, los sacerdotes están tan cerca de los enfermos como los propios médicos.

-Así debería ser. En buena parte, la medicina ha ido por otros derroteros porque la sociedad quiere protegerse. Por eso, más que por la rama del consuelo, la medicina ha ido por la protección legal para evitar las partes negativas de cara a las reclamaciones, en ocasiones incluso de forma sobreactuada y sobreprotegida. El sacerdote no tiene el mismo papel, pero en el fondo también participa en cierta manera de la sociedad que quiere alejarse del dolor. Tenemos que apartarnos de ello y tocar el dolor con las manos, como lo hace el Papa en esa imagen en la que se acerca a un enfermo de neurofibromatosis. Ese es el signo de la Iglesia que tiene que saber penetrar en el dolor de la carne, también la sociedad.

-El perdón y la misericordia son unos de los signos de identidad de este pontífice.

-Exactamente. La misericordia se manifiesta especialmente, como ya se contaba en el Antiguo Testamento, en el aquel que le invoca desde el dolor y en el perdón del pecador dándole una nueva oportunidad de vida. La desgracia y el pecado son las ocasiones en las que Dios manifiesta su grandeza acercándose al cristiano.

-La celebración tiene por protagonista a María.

-El Papa ha querido que se centre en ella porque, ya que estará en el Día del Enfermo en Nazaret, ella tiene que ser el ejemplo del Evangelio y quien tiene que enseñarnos misericordia. La carta de este día está centrada en las bodas de Caná, como la madre que tiene que estar atenta y preocupada por los demás. Ella es también la intercesora ante su hijo para que actúe en una situación concreta de desgracia.

-Su trabajo en la Diócesis se centra en la religiosidad popular. ¿Dónde está presente allí la misericordia?

-Hay una catequesis de obras de misericordia que se celebra todo los meses. La religiosidad popular tiene que ser una vía no solamente para ser cristiano sino para vivir la fe y ser activo de la Iglesia misionera. Pero, para que lo sea tiene que tener un compromiso moral en el que uno no se desentienda de la vida cristiana. Todas las hermandades nacieron en su origen con una dimensión caritativa y de compromiso. Nadie a lo largo de los siglos las ha entendido sin ella y sin obra de misericordia con el que sufre. Por eso en los santuarios se ha celebrado siempre una obra de misericordia, como ocurre con el de Lourdes cuya festividad estamos festejando estos días. Todas las manifestaciones legítimas de piedad popular tienen un vínculo con el compromiso, la caridad o la ética.

-¿Cómo se articula la celebración pastoral de este año?

-El hilo conductor es cómo toda la celebración de este año nos invita a mirar la Misericordia de Dios, que es el objetivo fundamental del Papa en su carta con motivo del Día del Enfermo. Tenemos que contemplar el rostro fundamental de la misericordia de Dios y sentirnos acogidos por ella. Este año tenemos que aprender a mirar a nuestro alrededor y saber descubrir aquellas situaciones en las que los demás nos necesitan. Hay situaciones de necesidad o pobreza muy graves a nuestro alrededor a las que tenemos que estar atentos para no perderlas de vista. Además, hemos de aprender a ser una Iglesia misericordiosa en todos los aspectos, no solo dentro de la celebración del Día del Enfermo el próximo día once. Por eso optamos por ser una comunidad abierta que logre trasparentar el rostro misericordioso de Dios porque, si no lo logramos, no conseguiremos nada.