La denuncia del grupo municipal de Izquierda Unida ante la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) hizo que este órgano emitiera un informe en el que ponía de manifiesto que las cosas no se habían hecho como se debían. Entre otros puntos, la OLAF detectó que el coste del carril bici no se correspondía realmente con los materiales utilizados, que la pista deportiva se construyó con cemento cuando debería haber sido como el de una pista de tenis o que la impermeabilización del estanque no cumplía las expectativas de su presupuesto. Pero lo que realmente enfrentó a Francisco Guarido, concejal entonces de la oposición, y Feliciano Fernández, edil de Medioambiente, fue la plantación de los árboles.

La OLAF pudo certificar en Zamora que no se habían plantado todos los árboles y arbustos que se había dicho, alguno más de 28.000. De hecho, el órgano europeo no pudo contar más de 15.000, cosa que en el peritaje se atribuía a una población muy importante de conejos. Guarido y Feliciano se enzarzaron entonces en una polémica de chisteras, conejos y bosques que terminó con el concejal del Partido Popular retratado con una presa de uno de estos animalitos en mitad de Valorio. Una fotografía que supuso el fin de este culebrón que mantuvo muy ocupados a ambas personalidades políticas de la capital.