"Convocatoria unánime para "encadenar" hoy el cuartel". El titular de LA OPINIÓN DE ZAMORA en la edición del 30 de mayo de hace un cuarto de siglo es el prólogo de una fecha histórica -la "toma" ciudadana del Cuartel Viriato para su reversión a la ciudad y su transformación en Campus universitario- y también la prueba del papel crucial que los medios de comunicación desempeñaron en aquella fecha. A juicio del exalcalde Antolín Martín -cuya imagen tomando una ducha en el patio de las instalaciones fue publicada en diarios de varios países-, el otro factor clave de aquella gesta fue la iniciativa de Izquierda Unida y el nacimiento de una coordinadora que lucharía, hasta el final, por la construcción de un centro de estudios universitarios en un lugar abocado a lucir enormes bloques de viviendas, sin más.

"Las cosas hay que cambiarlas deprisa, pero el pueblo es un transatlántico que navega más lento y le cuesta virar". Las palabras del político Francisco Molina responden al halago de Antolín Martín. Molina habla del proyecto impulsado aquel 30 de mayo de 1990 con la cadena humana que rodeó el antiguo cuartel militar -las primeras obras no comenzarían hasta casi una década más tarde-, pero también a la singladura de su partido político en la ciudad. "En 1987 no teníamos representación en el Ayuntamiento, pero en 1991, quizá por nuestro papel en el Campus, entramos con un concejal". Era el propio Molina, quien abandona ahora la política institucional tras su papel como representante de IU en la Diputación Provincial. Un cuarto de siglo después, su colega Francisco Guarido es el mejor colocado para ser investido alcalde el próximo 13 de junio.

Los impulsores de aquella estrategia fueron, explica Molina, Gabriel Guijosa -ya fallecido- y Ángel Bariego. En medio del desconcierto sobre los planes de Defensa para vender los terrenos del Cuartel Viriato, que serían transformados en viviendas, Guijosa "acudió al Registro de la Propiedad y halló un documento que probaba que el edificio era propiedad del Ayuntamiento". En la pugna por la reversión gratuita de los terrenos, "aquello fue la gota que colmó el vaso".

Como en Izquierda Unida "éramos conscientes de nuestras limitaciones, creamos una coordinadora de la que Ángel Bariego era el portavoz". Histórico dirigente social de San José Obrero, Angel Bariego experimenta, 25 años después de la gesta, la "emoción" que le produce rememorar "una iniciativa de todo el pueblo" en la que se demostró "la fuerza democrática de Zamora". El impulso "mereció mucho la pena", reconoce Bariego, quien mira al pasado "con nostalgia" y la convicción de que la ciudad debería levantarse más a menudo en contra de lo que no le gusta.

La idea de rodear el cuartel con una cadena humana se vio desbordada, dado que los zamoranos lograron dibujar varios círculos en torno a las instalaciones. Y entonces surgió lo inesperado. "Aparece el alcalde, el popular Antolín Martín, que hasta la fecha no había hecho nada a favor de la reivindicación y salta la valla del cuartel. A los de la coordinadora no nos queda otra que entrar", reconoce Francisco Molina. El miembro de Izquierda Unida precisa que Antolín, "un poco arrastrado por el momento y sin pensarlo, penetra en el patio interior y dice que de allí no se va hasta que se resuelva el problema. Nosotros debatimos si acompañarlo o no y prosperó la idea de que no podíamos dejarlo allí solo".

Sin embargo, en la Coordinadora Pro Campus no tenían muy claro qué significaba aquella máxima: "resolver el problema". De cualquier modo, el panorama era un tanto exótico y merece la pena darle una explicación. Antolín se desmarcó de su propio grupo político en el asalto del Campus porque "siempre fue una cosa extraña dentro del PP". El PSOE, por su parte, se mantuvo en un segundo plano para evitar enfrentare al Gobierno de su propio color político.

"Lo de saltar la verja no fue una decisión de partido ni se tomó en reunión alguna. Yo, a nivel personal, llevaba unas cadenas para encadenarme dentro del cuartel, pero después lo pensé bien porque a lo mejor iba a permanecer varios días y estar allí me restaría capacidad de maniobra", reconocía Antolín Martín en la conmemoración del vigésimo aniversario, hace ahora un lustro.

Los días fueron pasando y la ocupación del cuartel se convirtió en un hecho cotidiano. Hasta que los promotores de la toma, que realizaban asambleas diarias en el interior de las dependencias entregadas al Estado en 1911 entendieron que "no podíamos estar allí toda la vida". "Defendí la tesis de cómo salir de allí", continúa Molina. Sin embargo, "la gente, incluidos Guijosa y Bariego, vota por quedarse". Finalmente, los "ocupantes" acuerdan abandonar el recinto camino de la Plaza Mayor, para terminar la marcha en el pregón de las fiestas de San Pedro. "El objetivo consistía en decir: aquí está Zamora", explica el dirigente de IU.

¿Existe alguna conexión entre la toma del cuartel y el protagonismo de Izquierda Unida en las elecciones que acaban de celebrarse? "Hace 25 años despertó la ciudad, aunque la historia es lenta", reconoce Molina, quien no desdeña la vinculación entre aquella iniciativa de su grupo y la posibilidad de acceder, en 2015, al Ayuntamiento. Al fin y al cabo, rememora, la revolución bolquevique de 1917 en Rusia "ya tuvo un aldabonazo en 1904".