Entender patologías de la superficie ocular como el ojo seco, el dolor crónico, el queratocono, las alergias o el rechazo al transplante de córnea será posible en un futuro gracias a la investigación de este alistano que en la actualidad trabaja en comprender la interacción entre el sistema nervioso y el inmune en la Universidad de Duke, tras pasar por la de Harvard, donde conoció a su mujer, también investigadora, de la mano del Instituto de Oftalmobiología Aplicada (IOBA) de Valladolid. "La ciencia no tiene fronteras y las colaboraciones internacionales son imprescindibles", apunta.

Como matrimonio de investigadores -ella trabaja en el estudio del virus del sida-, reconoce que en su casa "las maletas siempre están preparadas para partir a donde sea. Dependemos el uno del otro", explica, consciente además de que "la mejor forma de ayudar al país es fuera de él", aunque determina que si no su nómina, "el alma sí continúa en el IOBA, ya que es mi casa a la que tarde o temprano volveré", vaticina.