El músico Guillermo Galván es uno de los integrantes de la formación madrileña Vetusta Morla que actúa el viernes en la ciudad. La banda encabeza el cartel del Festival ZIP y compartirá escenario con Full y La milker band en el auditorio Ruta de la Plata.

-Vetusta retorna a Zamora tras haber actuando en una de las salas de la ciudad.

-Fue en el Ávalon, de donde guardamos un grato recuerdo. Estuvimos en 2007 y realizamos un concierto acústico que quedó grabado. Fue una noche muy bonita en la que el público nos trató con mucho cariño y prueba de ello es que muchas de las personas que estuvieron en ese concierto todavía acuden a los lugares donde tocamos. Nos ilusiona tocar en Zamora. Creo que las salas privadas son la cantera para la música que se hace actualmente y que las administraciones deberían de tenerlo presente a la hora de regular sobre ellas. Los conciertos que vi cuando tenía 15-16 años son los que más me han marcado. Si se fomenta que los niños vayan a los museos por qué no se hace lo mismo con conciertos para que conozcan lo que hacen los nuevos músicos.

-Desde su última visita, ¿ha cambiado mucho la banda?

-Ha cambiado en el sentido de que nos dedicamos exclusivamente a la música y tenemos un volumen de trabajo muy grande. Lo que no han cambiado son las ganas de seguir componiendo, de disfrutar en el escenario y de compartir lo que hacemos con la gente.

-Y con el público compartirán en el auditorio Ruta de la Plata su último disco "La deriva", el tercer álbum de la formación, un trabajo donde apuestan por la música electrónica o el empleo de más percusión.

-Este trabajo es el que más impacto ha tenido desde su lanzamiento porque tanto "Un día en el mundo" y "Mapas" se fueron haciendo camino poco a poco. Teníamos la necesidad de hacer algo más directo y más crudo tanto en las letras como en la música. "La deriva" es un disco donde la base rítmica tiene un peso más fuerte y hay menos capas sonoras, pero cada instrumento suena mucho más grande. Queríamos hacer algo más frontal tanto a nivel musical como lírico, era necesario hacerlo para ser honestos con lo que estábamos sintiendo. Creo que es un disco que tiene que ver con la realidad que estamos viviendo y el prisma desde donde nosotros la miramos. Es un disco personal, pero ¿cómo mantenerse alejado de lo que está sucediendo a alrededor?

-¿Es un álbum emocional?

-Sin duda. El análisis más estricto de la realidad debe que tener un punto emocional porque es ese nivel donde mi manera de decirlo va a ser distinta de la de otros.

-En sus directos el apoyo visual juega un papel muy importante, más si cabe en esta gira.

-Siempre lo hemos trabajado mucho, pero más en estos conciertos porque hemos realizado un trabajo de puesta en escena grande. Creemos que hay aspectos mejorables y en su momento pensamos que podía tener una vuelta de tuerca y por eso es un aspecto que hemos trabajado desde antes de que concluyéramos el nuevo disco. Hemos logrado un punto de sincronización entre la banda, luces y vídeos que se está valorando mucho. Además vamos puliendo cosas actuación a actuación. También variamos ciertos aspectos en las canciones, como la instrumentación o los arreglos tanto por nuestra parte como por parte de los técnicos, de ahí que le otorguemos mucha importancia a las pruebas de sonido y a los ensayos.

-¿Qué ha supuesto para Vetusta grabar con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia para recaudar fondos a favor del Conservatorio de Lorca?

-Ha sido una experiencia impagable en todos los sentidos desde artística hasta vitalmente. Se ha conseguido los fondos para que el centro vuelva a funcionar este curso. Además artísticamente durante casi un año hemos estado trabajando con arreglistas de Sinfónica. Hemos aprendido que no son ámbitos tan distintos y luego hemos tocado con músicos de un elevado nivel... una maravilla. Otra experiencia interesante ha sido la banda sonora del vídeo juego de Alice, lo que nos permitió juguetear mucho. Teníamos mucha libertad de creación e introdujimos muchos instrumentos que habitualmente no empleamos.

-¿Respalda el micromecenazgo, todo un fenómeno que permite a muchos grupos sacar adelanten sus trabajos?

-En cualquier grabación tiene que haber mecenazgo, ya sea macro o micromecenazgo. Antes los mecenas eras las discográficas, pero con la desaparición de las aportaciones de estas empresas se han fragmentado las posibilidades para que entre dinero. Para muchos músicos es una manera que permite arrancar proyectos emergentes y para quienes ponemos el dinero tiene la recompensa de tener el disco y a mayores te sientes más implicado.

-La banda creó su propio sello. ¿Esa es la vía para poder editar?

-El futuro discográfico es múltiple. Nuestro caso no es extrapolable porque lo pusimos en marcha porque las discográficas no apostaban por nosotros y queríamos tener el control en todo el proceso hasta que el disco estuviera en las tiendas. Por otro lado, lo que percibo es que las bandas tienen ahora la necesidad de una mayor implicación sobre su música.

-El control de los derechos de autor afecta ya hasta las bibliotecas. ¿Cómo regularía en este ámbito en la música?

-Existe mucha demagogia alrededor por parte de las empresas de telecomunicaciones, pero urge una regulación seria de los derechos de autor. La SGAE ha generado una imagen nefasta de todo lo que tiene que ver con los autores. Debería de existir un debate amplio en la sociedad sobre cómo controlarlo porque arrastramos regulaciones obsoletas que nada tienen que ver con la manera de acceder a la cultura ahora. La SGAE no tiene mucho sentido porque incluye a editores y a los autores. Habría que optar por un sistema de reparto de los derechos acorde a los tiempos en los vivimos.