-Usted atesora una experiencia en la creación de un discurso expositivo, dado que es el guionista y seleccionador de las piezas de la muestra de Edades del Hombre «Monacatus», que se desarrolla en la localidad burgalesa de Oña.

-Es una función que he desempeñado también en «Kyrios», en Ciudad Rodrigo, y en «Passio», en las Medinas. Hago un guión y Edades lo aprueba. A continuación selecciono piezas de escultura, de pintura o platería entre las diócesis de Castilla y León y también de fuera para atraer a visitantes de otros puntos de la región. Debo de estar continuamente dándole vueltas a la cabeza y analizando catálogos monumentales y de museos diocesanos, libros de conventos y monasterios.

-La presencia de la Diócesis en «Monacatus» la integran una docena de obras, un número de elementos artísticos menor que en la muestra desarrollada en las dos Medinas el pasado año.

-Mi función me exige una objetividad. No obstante a veces la temática hace que encuentres piezas importantes en otras diócesis que no sea la mía. Todas las obras expuestas en «Monacatus» y facilitadas por Zamora merecen la pena, pero destacaría Martín Cid y Alfonso VII, las puertas que procedente de Valparaíso, y la arqueta de las Marinas que no se conocía. Como esa se han localizado cuatro en España. En la muestra aparece un cuadro de Goya, que pone los pelos de punta, obras del Greco, de Zurbarán? son piezas que difícilmente se verían fuera del relato de «Monacatus».

-La exposición en Burgos supone la XVII edición de Edades. ¿Temen que merme el interés por este tipo de muestras de arte sacro al realizar una muestra por año?

-No, porque la temática en cada una es distinta. Son muestras que atraen a gran cantidad de público cada edición. El objetivo de Edades del Hombre es marcar un mensaje y que sea captado por el visitante. Procuro que en las exposiciones no se repitan piezas, aunque no siempre se consigue.

-¿Las relaciones entre el Obispado de Zamora y Edades se han normalizado, una vez que la ciudad de Zamora no fue elegida para albergar la sede de la Fundación?

-Sí, creo que sí. Aquello pasó. No podemos estar pendiente de algo que pudo sentar mal en su momento, evidentemente, y que no puede paralizarnos para el futuro.

-El Cabildo sufraga muchas de las mejoras de la Catedral y del Museo con la recaudación de las entradas, muchas iglesias de la capital se han restaurado con el plan de Zamora Románica y ahora gracias a Románico Atlántico se está interviniendo en la provincia, pero el Obispado ¿cómo conserva el amplio patrimonio artístico presente en el medio rural?

-Con muchísimo esfuerzo por parte de los feligreses. Gracias a las ayudas económicas de feligreses y parroquias que comparten sus bienes con otras que están necesitadas y con el esfuerzo por parte de los fieles de cada uno de los templos que necesitan una intervención. No se hace solo lo que está tutelado por la administración pública. La Iglesia hace realmente muchísimo con los donativos para que los bienes que no son tan vistosos se conserven. Desde hace unos años se está creando una gran conciencia del valor de nuestro patrimonio y de cómo los feligreses tienen que hacer que ese patrimonio esté en las mejores condiciones posibles. No podemos depender enteramente de las administraciones y las ayudas de las obras sociales. En época de crisis con pocos medios, haremos lo que podamos. No todo el patrimonio está en las mejores condiciones, pero el esfuerzo es importante. El estudio taller de restauración diocesano asesora y supervisa la intervención en los bienes para que no se haga ninguna trastada como se hacía antes.

-Pese a la conciencia de necesidad de conservación algunos bienes todavía sufren agresiones.

-Efectivamente y es algo intolerable. Así la iglesia del Sepulcro tiene un cristal de protección, que preserva el único testimonio de pintura exterior que tenemos Zamora, que está roto por el acto de muchachos que tiran piedras. También han cogido pintura que han lanzado contra la puerta. ¿Cómo es posible eso? Creo que estamos llegando a un nivel de gamberrismo contra el patrimonio intolerable. La próxima vez que suceda, ya sea en el Sepulcro o en otro templo, pongo una denuncia. Hemos recibido un patrimonio que tenemos que conservar y transmitir a las nuevas generaciones en las mejores condiciones posibles. Por otro lado, me consta que hay en la docencia profesores que están luchando por hacer ver a los jóvenes que no hay que hacer pintadas en las piedras o en puertas de templos.

-Durante décadas pasadas las iglesias han sufrido expolios y numerosas ventas de obras artísticas.

-Nuestros antepasados tenían otra percepción del patrimonio cultural. Antes veían bien la venta de una imagen para arreglar el tejado de la iglesia. A nosotros ahora nos parece una barbaridad. La mentalidad ha cambiado gracias los catálogos monumentales, los inventarios, la difusión del patrimonio y una mayor cultura de la población. También ha variado el planteamiento de las restauraciones. Desde que yo estoy al frente de la Delegación Diocesana de Patrimonio me han pedido un par de veces vender piezas. Así en una ocasión me propusieron comercializar una cajonera que no tenía una utilidad y que ocupaba un espacio, pero en la Diócesis de Zamora no se vende nada. También tenemos que proteger el patrimonio de los robos. En los lugares donde no se puede mantener unas medidas de seguridad, como las ermitas, las piezas se han trasladado a las iglesias. No obstante en Zamora hemos tenido "suerte", porque otras diócesis vecinas han sufrido muchas sustracciones.

-Como historiador conocedor del Románico, ¿qué le parece el hallazgo del claustro en la localidad de Palamós?

-Es una localización que no me suscita demasiado interés y sobre la que todavía no existe mucha claridad. Creo que se está especulando mucho sobre él. Desde mi punto de vista, pese a ser una reproducción, hay que protegerlo. Puede ser un «revival», que esté hecho siguiendo los cánones del románico en el siglo XX que debe protegerse para conocer cómo se puede reproducir un claustro.

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