Llegó a Inglaterra con la idea de aprender inglés con un contrato para recoger fresas a cambio de 120 euros. Desde entonces han pasado casi 20 años y Felipe Caballero Alonso se ha abierto camino hasta convertirse en gerente de aparcamientos municipales en un distrito de la periferia al Este de Londres.

En realidad Felipe inició su andadura por el mundo cuando tenía 12 años y dejó su Sarracín de Aliste natal para estudiar, como interno, en el colegio Corazón de María de Zamora. «Entonces ese colegio estaba en el centro de la ciudad y tenía un cine adosado al que nos permitían ir, gratis, los domingos por la mañana», recuerda. Después se trasladó a Madrid donde estudió en la Universidad Complutense la carrera de Ciencias Políticas y Sociología. Durante aquellos años siempre regresaba a Zamora a pasar los veranos y para ayudar a sus padres en las tareas del campo. «Las labores agrícolas en Aliste en los años ochenta estaban en su mayoría por mecanizar. El campo alistano llevaba mas de 80 años de atraso en comparación con el resto de Europa» sostiene y añade: «Mi familia todavía vive en Sarracín y aún a día de hoy suelo ir tres semanas al año en julio o agosto. Mi padre, que además de labrar el campo tenía un taller de carpintería, una serrería y un molino, falleció hace varios años. Mi madre, que es una persona muy trabajadora, siempre le ayudó con todas esas actividades. Los dos se sacrificaron para darme estudios que creo que es lo mejor que se puede hacer por los hijos».

Al terminar la carrera el alistano descubrió que la licenciatura no era un pasaporte automático al mercado laboral y que para conseguir un buen empleo tenía que aprender inglés. Fue entonces cuando decidió viajar a Inglaterra. «En el extranjero al principio la vida no es fácil y se pasa mal. Los primeros seis meses trabajé en el campo, en la zona de Norfolk en el este de Inglaterra. El trabajo era mal pagado pero me daba lo suficiente para mantenerme y tomar unas pintas en el pub los fines de semana. Fueron unos meses divertidos y creo que allí decidí que me iba a quedar por aquí bastante tiempo», afirma.

Después se mudó a Londres donde trabajaba en una cantina en Victoria Coach Station para costearse los estudios. «Cuando conseguí un nivel de inglés aceptable hice un master de comercio exterior y conseguí un trabajo en una empresa de importación y exportación. Esa experiencia en una empresa comercial me ayudó para entrar en la administración local, que es donde trabajo actualmente. Tengo a 30 personas a mi cargo para prestar un servicio a una población similar a la ciudad de Valladolid. Es mi responsabilidad conseguir que las necesidades de aparcamiento de los diferentes grupos sociales encajen y coexistan en armonía», apunta.

Felipe, quien tiene tres hijos y está casado con una malaya que es gerente de un hospital de niños , dice que está muy a gusto en Londres aunque echa de menos Zamora y no descarta regresar a la provincia tras su jubilación. «Lo que más me gusta de los ingleses es el comportamiento cívico, la tolerancia y respeto a lo privado de la gente en general. También el paisaje verde, los parques y las posibilidades que existen para educar a los hijos. Lo que menos me gusta es el clima y el no tener siempre a mano a alguien para charlar en español. De Zamora echo de menos mi familia y amigos, mi pueblo, las salidas a la sierra, los productos de la huerta en el verano, las uvas y la fruta en septiembre, la matanza, el vermouth los domingos, el pulpo con patatas, el chorizo y los potajes de alubias y garbanzos que se preparan en casa».

El afirma que valora mucho más Zamora desde que vive en el extranjero pero piensa que aunque la ciudad ha cambiado en el aspecto físico aún se necesitan cambios de actitudes y costumbres. «Por ejemplo no entiendo porque los comercios cierran dos horas al mediodía pues si hicieran jornada continua podrían irse a casa dos horas antes. Tampoco entiendo porque los bancos no abren por la tarde, porque cobran comisiones por todo o porque los funcionarios se van a tomar café al bar en vez de tomárselo en la oficina. Me gustaría que el progreso llegara a nuestros pueblos, y no me refiero a asuntos sociales. Me refiero a iniciativas emprendedoras. La administración no apoya lo suficiente a las empresas y los ayuntamiento se gastan ingentes cantidades de dinero en fiestas al tiempo que las calles están llenas de baches o hay caminos importantes sin asfaltar», puntualiza.

Con respecto al reciente cambio de Gobierno en el Reino Unido Felipe Caballero sostiene que la coalición ha sido una sorpresa para mucha gente. «Todo el mundo está esperando conocer si los dos socios hacen un gobierno fuerte y sobre todo si el nuevo gobierno puede sacarnos de la crisis económica. Los laboristas con sus políticas sociales incrementaron el gasto público hasta niveles muy altos y eso creó un déficit que será el principal reto para el nuevo gobierno. El Reino Unido ha vivido por encima de sus posibilidades y ahora toca poner orden en las cuentas públicas y apretarse el cinturón. El mensaje ha calado, todos asumen que se perderán empleos innecesarios en las administraciones y las horas extras ya están desapareciendo», afirma.