Al crítico taurino Alfonso Navalón, que siendo niño vivió varios años en la finca del Puerto situada en la carretera de Alcañices, «le marcaron sus vivencias en Zamora, porque es una provincia que no pasa desapercibida», afirmó ayer el periodista Paco Cañamero que presentó en el CLUB LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA su libro «Escribir y torear».

El escritor, que coincidió con Navalón en varios medios de comunicación de Salamanca, se embarcó en la aventura de la publicación del volumen sobre el experto taurino porque «había que brindarle un reconocimiento al crítico taurino más importante de la historia». «Ninguno tuvo la fuerza que él, porque una crónica de este hombre o encumbraba a un torero o lo retiraba», asevera el salmantino que añade: «La gente estaba más pendiente de lo que decía Alfonso Navalón que de lo que sucedía en el ruedo». Alfonso Navalón, que fue crítico taurino de «Informaciones», «Pueblo», «Diario 16», «levantó muchas polémicas y tenías muchas presiones en su contra», reconoce el comunicador. Tal fue la animadversión que generó que, según Cañamero, «cuando trabajaba en "Diario 16" fue objeto de un complot que le obligó a dejar el periodismo». Tras la conspiración «estuvieron el secretario de Estado Turismo, Ignacio Aguirre y el actual defensor del Pueblo, Enrique Múgica, quienes eran muy seguidores de un torero llamado Paco Ojeda, con el que Alfonso Navalón fue muy duro», citó Cañamero. Ante este panorama, el crítico, que nació en Huelva aunque «no le gustaba que le llamaran andaluz», pasó a ser ganadero de reses bravas en Fuentes de Oñoro, «de donde era su madre», detalla el periodista que ha escrito libros sobre grandes espadas como Curro Vázquez, Santiago Martín «El Viti» y Julio Robles.

Paco Cañamero, que actualmente colabora entre otros medios con la publicación taurina «Aplausos», defiende que a Navalón, que retomó su actividad periodista en «Tribuna de Salamanca», le gustaban las faenas de «toreo puro y profundo» y «los toreros que se entregaban». Entre los matadores que el crítico defendió destacan «Andrés Vázquez que era su torero de cabecera, Dámaso Gómez y Antonio Ordóñez».

El escritor, que ya estuvo invitado al foro cultural del periódico con motivo de la presentación del libro «Vicente del Bosque: La serenidad», alaba «la forma de escribir de Navalón, que se empapó de los Clásicos» y cree, que si no hubiera fallecido en 2005, sobre la situación de la Fiesta en Cataluña «pensaría que los políticos son unos corruptos. Se hubiera mostrado muy duro con la situación actual y creo que hasta habría ido a defender este arte ante el Parlamento de Cataluña». El autor de «Escribir y torear» incluye en el ejemplar varias fotos del homenajeado cedidas por un descendiente de Navalón así como párrafos de algunas de las crónicas del brillante crítico taurino.