Como indios. Así se lo pasan durante las clases los quince alumnos del taller «Encantad@s de cantar», que ha puesto en marcha el Museo Etnográfico de Castilla y León y que dirige la profesora hispano-haitiana Katy Dadá.

A través de músicas y danzas de todo el mundo la profesora saca al exterior lo más étnico y tribal del carácter castellano, «y los alumnos lo agradecen, están deseando exteriorizar el ritmo que llevan dentro y huir así de la rigidez que prima en las sociedades occidentales», explica Katy. Cantos extraídos de las músicas entonadas por los indios del Amazonas, interpretadas en su mismo idioma, es uno de los primeros contactos que los intrépidos alumnos zamoranos han tenido con las culturas más exóticas del mundo, dentro, como no podía ser de otra manera, de un museo cuyo fin es preservar y difundir el legado de las costumbres y tradiciones de los pueblos.

Empezando con respiraciones, estiramientos y juegos, para romper el hielo, se da comienzo después a la parte musical de la clase, y los alumnos preparan la voz para las cuatro horas que tienen por delante. «Para cursar este taller no es necesario tener unas capacidades y unos conocimientos musicales especiales, sino que sirve para pasar un buen rato divertirse, conocer nuevas culturas y sobre todo pasárselo muy bien», asegura la artista. El ritmo es contagioso en estas clases, en las que la edad no es un problema, y donde se dan cita personas desde los 25 hasta los 74 años con una actitud muy abierta a nuevas experiencias, «hablan mucho de la forma de ser de los castellanos, más seca que en los lugares de playa, pero aquí en Zamora veo gente con muchas ganas de hacer cosas nuevas», explica la profesora, Katy Dadá, que en estos últimos meses ha tenido un frenético ritmo de trabajo en festivales y actuaciones a beneficio de Haití, «toda la sociedad se está volcando con la ayuda humanitaria y se necesita mucho, el país está sumido en la miseria», se lamenta. Como terapia, la música para alegrar el alma. Quince zamoranos ya lo están viviendo, «estamos encantados, lo pasamos realmente bien», insisten extenuados, después una sesión que les transporta de un salto a los destinos más remotos del mundo.