Centenario. Son 110 años: de información, defensa de los intereses provinciales y servicio a la comunidad. Historia y vida. Testigo de una y otra. Nació, modesto, cuando el siglo XIX presagiaba crisis y desastres, que demandarían regeneracionismos. Nació el 1 de febrero de 1897, como diario de la tarde. ¿Nacía el cuarto poder en Zamora? Sólo hacía un año de la instalación de la luz eléctrica en la ciudad. Un grupo de zamoranos ilustrados se habían puesto de acuerdo: Luis Chaves Arias, sociólogo; Ursicino Martínez Alvarez, historiador; Francisco Morán, helenista; Antonio Rodríguez Téllez, abogado, y Angel Luelmo, orador de prestigio. En la sombra, posiblemente, el obispo diocesano Luis Felipe Ortíz. Aparecía con un excelente equipo de redacción, que a veces se veía obligado, con los escuetos telegramas recibidos desde la Corte, a "hinchar el perro", a "hinchar el globo". Surgía una voz, que ha tenido distintos tonos en algunos momentos. Siempre, no obstante, una voz.

El papel constaba de cuatro páginas, todas hechas a mano, y tenía un precio de cinco céntimos. El primer número, compuesto por el cajista Juan Gato -con el tiempo, regente del periódico-, reproducía el folletón "Historia de la villa de Castrotrafe", original de Melchor Fernández Zataraín, arcipreste de la iglesia de San Pedro y San Ildefonso. Se publicaba con la correspondiente censura eclesiástica. Maximino del Barrio Folgado, buen polemista -«escribía artículos mientras jugaba al chamelo y tomaba café, en pleno Círculo, y todo a la vez», se ha dicho-, fue su primer director. «Qué flema la suya para recibir protestas y rectificaciones, qué buen humor para "encajar" molestias y para replicar impertinencias que venían, a veces, como llovidas». Más: «Puede decirse que él solo hacía el periódico». Y era la palabra de su sucesor, Francisco Antón Casaseca. «No sale los días festivos», se resaltaba.

"Nuestro programa". En portada. Abriendo, como Dios manda. El texto, obra de Luis Chaves Arias, mostraba las señas de identidad del periódico. No había engaño. El programa ideológico era «el de la vieja España, el que nos dieron las enseñanzas de la Iglesia, la razón de los sabios y la experiencia de los siglos, el de las gloriosas tradiciones que fueron sombra tutelar de nuestra raza, que nutrieron su espíritu y que formaron la grandeza incomparable de aquella España católica que con sus prestigios y maravillas reflejaba los esplendores del mismo Cielo». En portada, también, el lema: "Diario Católico Tradicionalista". No tardaría mucho en declarar su beligerancia contra la política liberal, por lo visto tan perniciosa, y contra el medio que defendía esa opción. Uno y otro mantuvieron, desde el inicio, frecuentes disputas y polémicas.

La Redacción y la Administración se encontraban ubicadas en el número 40 (en su planta baja) de la calle de San Andrés, donde se hallaban los locales del Círculo Tradicionalista. "El Correo de Zamora" carecía de talleres, y era tirado en la imprenta de "El Comentarista", bisemanario (miércoles y domingos) local. A partir del 6 de diciembre, con diez meses de vida, se imprimió en otro taller tipográfico: en el «de la señora viuda de Iglesias», establecimiento situado en la plaza de los Ciento, en el número 18. Y de ahí otra vez a la sede del Círculo. La precariedad exigía un remedio. Y se buscó o coincidió con el primer aniversario. Luis Felipe Ortíz y Gutiérrez, obispo diocesano, «bendijo las instalaciones» el 2 de febrero de 1898. "El Correo" disponía de imprenta propia. Y anunciaba la realización de trabajos «con limpieza, esmero y economía». Eso sí: se cuidaría una cosa: «que no sean ofensivas en lo más mínimo al dogma ni a la moral católica».

En el Círculo, sí; la Redacción se situaba en el extremo de una galería acristalada, entre dos salones: uno, de billar; otro, para casino. Así, la temperatura resultaba «heladora o tórrida», según la estación. Laureano Alonso, el administrador, gestionaba los paupérrimos recursos. Los ingresos publicitarios aparecieron el día 4 de febrero.

Las penurias seguían conviviendo, no obstante, con el diario zamorano, siempre enfrentado a la "política liberal", que atacaba los fundamentos del tradicionalismo, y continuaron los traslados: a la plaza de fray Diego de Deza, número 7, y después -el 25 de abril de 1925- a la calle de Ramos Carrión, 74, a un inmueble propiedad de la Federación Agraria, de inspiración eclesial. «"El Correo" se trasladó del abigarrado Círculo Tradicionalista de juegos, pasatiempos, encendidas polémicas, diatribas y conspiraciones en vaporosas nieblas de tabaco y alcohol al edificio de Ramos Carrión, junto a la Cooperativa Agraria, con artículos de los Luelmo, Francisco Romero, Amando Gómez, Jacinto Mateos, Francisco Antón Casaseca y el omnipresente Nicolás Rodríguez», comenta el historiador Mateos Rodríguez.

Porque se había producido un cambio el 12 de agosto de 1916, que se reflejó en la mancheta. Desde esa fecha, "El Correo de Zamora" era "Diario Católico". Desaparece lo de "Tradicionalista", puro carlismo moribundo. La Editorial Zamorana, sociedad anónima, con un capital de 20.000 pesetas (120 euros), superó una grave crisis económica que amenazaba la existencia del medio. El obispo Antonio Alvaro Ballano influyó en tal decisión, aunque las dificultades crematísticas se sucedieron. No tardaron en aparecer, y la Federación de Sindicatos Agrícolas ayudó a la continuidad de la publicación en 1923. Con el advenimiento de la II República, la pervivencia casi se hizo insostenible. Pero sobrevivió, cuando la situación pecuniaria aconsejaba el cierre. La constancia sanabresa del cura Nicolás Rodríguez exorcizó los peligros. No falta quien asegura que, en esos días, se anunció «la venta del periódico y de la imprenta a cualquier precio». La contienda civil, la posguerra de estraperlo y autarquía, la adquisición de "El Heraldo" (una imposición de Juan Aparicio, que le causó graves problemas, pues se vio obligado a acoger al personal de todas las secciones, incluida Reparto), la fusión con "Imperio" (en 1963), la dotación de nuevas instalaciones (1973)...

"La Opinión de Zamora" adquirió (en 1991) el viejo "Correo", y se fusionaron ambas cabeceras. Los periódicos también hacen historia. Las vicisitudes, tan diversas -cambios de formato y diseño, mudanza de regímenes, denuncias, suspensiones, reconversiones tecnológicas...- no han interrumpido su existencia. Ha caminado al paso de la sociedad que se transforma y progresa. Ahí está su hemeroteca, que es un rico filón. Ahí está escrita, también -como testigo y notario-, la pequeña historia, siempre tan jugosa. La trayectoria conjunta, y centenaria, de "La Opinión-El Correo de Zamora" recibe hoy la Medalla de Oro de las Cortes de Castilla y León. Un reconocimiento que alcanza a los lectores.

Maximino del Barrio

Dirigió "El Correo" desde su fundación, en 1897, hasta 1904. Abandonó Zamora para trasladarse

a San Sebastián. Posteriormente, emigró a Argentina, donde falleció. Fue sustituido por

Francisco Antón Casaseca.

Nicolás Rodríguez

El sacerdote sanabrés (nació en Puebla en 1893) fue director y administrador de "El Correo" de 1926 a 1960. Había cursado la carrera eclesiástica en Astorga, donde ejerció como profesor de música y director de la Schola Cantorum del Seminario. Opositó y obtuvo la plaza de tenor de la Catedral zamorana (1915). Se licenció en Teología (1922).