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Javier Carpintero, artista: “En mis creaciones tan importante como la obra final es el proceso que lleva asociado"

“Le he dado peso al soporte de tal forma que hay algunas piezas que casi carecen de él y adquieren una visión más espacial y más escultórica”

El artista Javier Carpintero junto a una de laspiezas de su muestra. A. Burrieza

El artista Javier Carpintero regresa a su tierra natal tras una década sin mostrar su arte. En la galería de arte Espacio 36-Ángel Almeida reúne una treintena de obras que no dejan indiferente al espectador.

–Vuelve a exponer en la ciudad fiel a la temática que le caracteriza, pero dándole una vuelta de tuerca.

–Hay un paso adelante en ella. La anterior exposición fue hace once años. Fue “Pequeños sacrificios” y desde mi punto de vista efectivamente se produce un paso adelante en mi trayectoria. Sigo con la apropiación de obras clásicas, algo que trabajo casi desde los tiempos de la facultad, y tengo claro que es el hilo argumental de mi obra.

–¿Por qué?

–Al ver un lienzo en blanco lo primero que me viene a la mente es la historia del arte. Asumiendo eso, he ido dejando que todo vaya fluyendo y evolucionando. En algunas ocasiones he luchado contra ello un poco, pero es algo que me puede. Mi forma de actuar con esas imágenes ha ido cambiando y evolucionando hasta lo que se puede ver estos días en “Grandes penitencias”, donde las obras dejan de ser pictóricas, aunque siempre es la base pintura al óleo, pero pasan a ser esculturas. Juego con las tres dimensiones y fragmento mucho e incluso las telas sobresalen del propio soporte. Estas obras me cuestan definirlas como pinturas, pero es pintura sobre tela que son prácticamente esculturas.

Juego con las tres dimensiones y fragmento mucho e incluso las telas sobresalen del propio soporte

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–Usted trabaja con series, en este caso ¿de qué temática?

–Son penitencias. Son series que tienen que ver con el proceso que yo le doy a mis obras. Mis piezas tienen una parte visual, que es lo que actualmente se puede ver en la galería de Ángel Almeida, pero tienen también un trasfondo muy conceptual. En mi obra lo que es importante es el hecho en sí de pasarme horas y horas reproduciendo un cuadro clásico a base de pintura al óleo con una técnica tradicional, para luego, en un segundo paso, fragmentarlos. Ese acto le da un contenido conceptual que se ve en el resultado. Tan importante como la obra final es el proceso que lleva asociado.

–Háblenos de él.

–Mis obras tienen una parte de ritual, de sacrificio. Siempre busco imágenes que tiene que ver con el sentido de aniquilación y sacrificio, de ahí que hubiera una serie de decapitaciones, de suicidios, martirios… todas tienen que ver con el proceso de aniquilación. En esta ocasión parto de las penitencias, imágenes de santos penitentes y la penitencia también hace referencia al proceso de fragmentación.

– ¿Cómo ha sido ese “ritual” que lleva a cabo desde la elección de la obra?

–Cuando me planteo las series almaceno imágenes y las dejo reposar. Raro es el día que selecciono una obra y al día siguiente estoy trabajando sobre ella. A veces la propia obra es la que te llama cuando ves todo el material que has acumulado. Otras veces, es un poco la idea de lo que quieres hacer con esa obra la que te obliga, aunque solo sea por la forma, por la disposición de la figura. No obstante, intento que sea la obra la que tire del propio proceso, pues dependiendo de sus características me obliga a cortar, a descolocar, a sacar... Muchas veces me pongo a pintarlas sin saber qué voy a hacer posteriormente con ella. En el caso de la penitencia XXXIII, de Caravaggio, la he pintado en 70 piezas, dado que sabía lo que quería hacer.

–Explíquenos esa pieza que es tridimensional.

–Esta obra está pintada sobre 70 pequeños bastidores que uní hasta hacer una superficie uniforme y pinté todo de una manera global para posteriormente descolocar. En esta creación el proceso técnico más complicado era que cada una de las piezas se rozara, incluso algunas parece que se tocan. Era fundamental el ensamblaje para que se vea claramente que cada una es individual, pero cada una está en un plano y en una dirección para lograr un aspecto volumétrico. Adquiere un movimiento.

Me gusta que la obra parezca que pelea con el bastidor. Le he dado peso al soporte, de tal forma que hay algunas piezas que casi no tienen. Son como las mariposas que los coleccionistas sitúan con alfileres

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–Alguna de esas 70 piezas está tan retorcida que hasta se ve perfectamente el bastidor. ¿Por qué?

–Quería que se viera. La parte de penitente y sacrificio que lleva mi obra conlleva que parta de las obras que yo he pintado no se ven. También he querido jugar con el soporte. Si en otras series anteriores el soporte era indiferente en este caso, ya no. Me gusta que se vea el bastidor.

–E incluso en algunas piezas la obra lo traspasa.

–Ha sido un proceso de búsqueda complejo. Me gusta que la obra parezca que pelea con el bastidor. Le he dado peso al soporte, de tal forma que hay algunas piezas que casi no tienen porque son unas tiras de tela clavadas con alfileres. Son como las mariposas que los coleccionistas sitúan con alfileres. En ese caso he eliminado el soporte porque quería que la obra fuese inmaterial, etérea, muy frágil y también sutil. La obra adquiere una visión más espacial y más escultórica.

–Sus siguientes creaciones ¿por dónde podrán ir?

–Los últimos cuadros que he hecho corresponden a las piezas más grandes que se exhiben. A partir de ahí supongo que irán surgiendo cosas nuevas. Cada cuadro te va indicando un poco qué será lo siguiente, aunque ahora necesito un descanso porque han sido cuatro años de trabajo muy intenso. Tras cada una de las obras hay mucha labor. A veces el hecho de coger el óleo y pintar es lo menos trabajoso, pues el problema es el montaje. El proceso es complejo y laborioso e incluso hay varios que son dos cuadros en uno.

Un visitante contempla la obra de Javier Carpintero ANA BURRIEZA

–¿Cómo lo hace?

–Se trata de la fusión de dos imágenes como si fuera una interferencia televisiva, pero son dos obras pintadas sobre el mismo lienzo. Primero pinto uno y hago unas reservas de ciertas partes. Sobre ese cuadro pinto el segundo y elimino las reservas. Esas creaciones llevan el doble de trabajo porque son dos obras. Esas piezas son más estándares en cuanto a que no tiene cortes, ni son tridimensionales, pero tienen mucha relación con todo lo que hago.

–Trabaja a partir de piezas vinculadas a santos en muchas ocasiones, pero usted no se considera un artista semanasantero.

–Muchas veces se me ha relacionado con la Semana Santa, pero no lo soy me considero un artista semanasantero en el sentido estricto de la palabra, aunque haya hecho dos sudarios para la Verónica y el cartel anunciador de la Semana Santa de Zamora. Mi obra bebe de muchas fuentes, y, sin duda, una de ellas es toda la exaltación de la imaginería religiosa que vivimos en Semana Santa en Zamora. Creo que quizá la querencia por esta temática me pueda venir de ahí. Además, hay que tener muy presente que la Iglesia ha sido la gran promotora del arte en la cultura occidental durante siglos. Yo no puedo entender la historia del arte sin las imágenes religiosas, pues el 80% de las obras de un museo.

–¿Su obra tiene sentido religioso?

–Para mí creo que no lo tiene, pero es de los comentarios que siempre surgen en todas las muestras que llevo a cabo. Para algunas personas mi obra es muy religiosa y a otros mis propuestas les parecen muy heréticas e incluso irreverentes. Desde mi punto de vista no son ni una cosa ni la otra. Estoy utilizando imágenes de santos porque esta serie es de penitencias, pero en las de suicidios eran Cleopatras, eran Lucrecias o eran religiosos. La imagen es el resultado de utilizar piezas de la historia del arte.

–Tras Zamora...

–No tengo ninguna fecha en cartera. Estoy en contacto con alguna galería y espero que a raíz de esta exposición puedan surgir contactos nuevos para exhibir estas creaciones fuera del ámbito de Zamora.

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