La Opinión de Zamora

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Cuando Zamora venció a la viruela

El jefe del Regimiento con el nombre de la provincia, Francisco Javier Balmis, pionero en la vacunación contra la “dama negra” en América

La expedición de Balmis con la vacuna de la viruela para América parte del puerto de La Coruña, en la corbeta María Pita. Revista del Ejército

La viruela del mono ha supuesto un auténtico jarro de agua fría en las perspectivas de la humanidad por librarse de las enfermedades. No tanto porque se tema un rebrote de la viruela al nivel que ha tenido, y aún tiene, el coronavirus, sino porque la “dama negra” había sido la única enfermedad que la humanidad había logrado erradicar por completo gracias a un remedio, la vacuna.

Eso sí, después de una lucha de casi dos siglos que van desde que Eduard Jenner descubriera la vacuna, en 1796, hasta el último caso conocido en 1977 y las últimas inmunizaciones en Zamora, en 1980.

Las primeras vacunas que llegaron a Zamora, documentadas por L.J. Dujo Torrijos, fueron las adquiridas por un cirujano de Toro, Juan Alaejos o las que el año siguiente compraron los nobles de esta misma ciudad Joseph Rodríguez Gavilán, Ángel Muñoz y Joseph Barrera y pocos meses más tarde el “vecino distinguido” de Puebla de Sanabria Alonso González Rodríguez.

Sala de banderas del Regimiento Zamora. | Revista del Ejército

En esa lucha contra la viruela los militares zamoranos del Regimiento de Infantería Zamora forman parte de la referencia histórica en la que se ha basó el Ministerio de Defensa para nombrar la intervención de los militares en la lucha contra la pandemia del coronavirus, ya que el médico de esta unidad a finales del siglo XVIII, Francisco Javier Balmis, fue un auténtico referente en la batalla contra la viruela, al embarcarse en una expedición para llevar la vacuna a América, utilizando para ello a niños expósitos que, a falta de neveras, mantenían los anticuerpos en perfecto estado dentro de sus propios organismos.

El científico y cirujano Francisco Javier Balmis (1753-1819) destacó por su trayectoria militar, ya que participó en la década de 1780 en distintas campañas con el Regimiento de Infantería Zamora, uno de los destinados al sitio de Gibraltar durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América, guerra en la que también participó en el continente americano.

Traducción del trabajo del descubridor de la vacuna, Edward Jenner, realizada por Balmis. | Revista del Ejército

Allí desarrolló su labor científica, en especial a través del estudio de la botánica, y las plantas autóctonas con virtudes medicinales e introduciendo nuevas especies en el Jardín Botánico de Madrid. En la década de 1790 comenzó a ser reconocido por su dimensión científica, además de la militar, y como médico y destacado paradigma de los ilustrados del momento, fue nombrado cirujano honorario de cámara de Carlos IV y se dedicó a la difusión de la vacuna contra la viruela, descubierta en 1796 por Edward Jenner.

La viruela, también conocida como la “dama negra” fue una de las enfermedades mas importantes del siglo XVIII, por los efectos que causó sobre la población mundial.

Confiado en la posibilidad de poder erradicar una enfermedad que causaba la muerte a cerca del 20 por 100 de la población, Balmis propuso al monarca llevar la vacuna a sus dominios de América, proyecto que fue sometido y aprobado por la Junta de Cirujanos de Cámara. Así se dio luz verde a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.

El puerto escogido para la partida fue el de La Coruña y el medio de transporte, la corbeta María Pita. Acompañaban a Balmis, el cirujano militar José Salvany, dos practicantes, tres enfermeros, 22 niños de la casa de expósitos de la capital gallega, para inocular y conservar la vacuna durante la navegación, y la rectora de la casa, Isabel Zendal, para cuidarlos. Fue la primera mujer enfermera participante en una operación militar internacional y de ahí que el hospital de pandemias de Madrid lleve su nombre.

Niños vacuna

Como relata un artículo del teniente coronel de Transmisiones Jesús Reguera Sánchez la misión tuvo que solventar un problema muy importante, cómo transportar el fluido de la vacuna para que llegara a su destino en perfectas condiciones de utilización. “La solución la encontró Balmis cuando se decidió finalmente por llevarse a niños de entre tres y nueve anos a los que vacunaba cada nueve días para mantener fresco el fluido”. Eligió niños, porque los adultos podían haber padecido la viruela y otras enfermedades que podían poner en riesgo la inoculación en cadena.

Claro que conseguir a los niños no fue fácil, ya que los padres se negaron en rotundo, por lo que fue necesario recurrir a los orfanatos. “Finalmente consiguió un total de 22 niños procedentes de orfanatos de Madrid, Santiago y sobre todo de La Coruña (Balmis los llamaba cariñosamente mis galleguitos). Del total de este primer grupo de 22 niños, solo uno perdió la vida”.

La expedición, desarrollada entre 1803 y 1806, y liderada por el médico militar, gozaba del carácter militar impregnado por Balmis, y se caracterizó por procurar una constante cooperación con las autoridades locales implicadas. Se inmunizó a las poblaciones de Canarias, América, Filipinas, Macao, Cantón y la isla Santa Elena.

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