Con el aspecto que tuvo décadas atrás. Así lucirá el Miércoles Santo y el Viernes Santo la mesa del Cristo de las Injurias de Zamora tras una exhaustiva restauración de la parte superior de la mesa en la que procesiona el crucificado que recibe culto en la capilla de san Bernardo del primer templo diocesano.
La actuación representa una decisión adoptada por los hermanos en una asamblea general años atrás y es acometida en este momento porque la Real Hermandad del Cristo de las Injurias contaba con un remanente económico que le ha permitido afrontar la mejora.
En Sevilla, el profesional Miguel Santana Morato, especialista dorador y restaurador, desde el pasado mes de julio ha trabajado en la parte superior de la mesa, en lo conocido como la canastilla, donde ha sustituido todo el pan de oro italiano por uno nuevo y también ha mejorado la policromía de los angelotes, los evangelistas y los faroles de la mesa, una labor que ha supuesto un desembolso de más de 7.000 euros para la Real Hermandad del Cristo de las Injurias.
“Las láminas de oro son del mismo tipo que el que se puso hace más de 80 años”, describe el presidente de la Cofradía del Silencio, Rufo Martínez de Paz, quien apunta que lo dorado “con el tiempo y la lluvia se había estropeado y cuando se acercabas apreciabas que los bordes del pan de oro estaban oxidados”.
Además, al sacar la canastilla se apreciaron unas grietas en la mesa, unas fisuras que Carlos Calles, ayudado por varios hermanos, ha reparado de manera desinteresada.
Este fin de semana, la canastilla ha regresado a Zamora y ha vuelto a engarzarse con el resto de la mesa. El proceso, realizado en una zona amplia del casco antiguo, contó con la colaboración de una docena de directivos y hermanos del Silencio. La parte superior de la mesa se sacó del camión donde había viajado desde Sevilla con una grúa hidráulica, cedida por un hermano de la cofradía, y lentamente se situó sobre el resto de la estructura.
Ya en la sede de la hermandad, el restaurador procedió a situar los evangelistas o el calvario que hizo Ricardo Flecha sobre una canastilla en la que los cambios son muy apreciables.