Cáritas Diocesana de Zamora se sumó a la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se celebra hoy para reclamar la reducción de la contratación temporal y parcial, impulsando contratos indefinidos a jornada completa “que acaben con la precariedad laboral, acentuada por la pandemia y que obedece a un modelo basado en el beneficio y el descarte de las personas”.
La organización católica celebró este día con el alumnado de los cursos de formación, que participó en un pequeño vídeo que ha sido difundido por las redes sociales. Además, junto a personal de Cáritas, los estudiantes leyeron el manifiesto de la Jornada.
Las organizaciones de Iglesia por el Trabajo Decente incidieron en el “aumento de la precariedad” que la COVID-19 “supone para el personal de limpieza y sanitario sin Equipos de Protección Individual”, junto a los problemas detectados en “las condiciones laborales y falta de medidas de prevención en riesgos para la salud de las trabajadoras de hogar, las personas que teletrabajan sin disponer de medios tecnológicos y dispositivos por parte de la empresa y las que, a pesar de estar en ERTE, se han visto obligadas a teletrabajar desde casa”, según indicaron fuentes de Cáritas Diocesana de Zamora, en referencia al contenido del manifiesto.
Igualmente, denunciaron las dificultades en el acceso al trabajo derivadas del “actual modelo de relaciones laborales, que no asegura acceder a un trabajo decente que permita atender necesidades básicas como llegar a fin de mes, conciliar la vida laboral y familiar, el acceso a la vivienda, la seguridad y salud laboral o la participación social”.
“Esta es una situación que afecta especialmente a jóvenes y mujeres, víctimas de una de las mayores tasas de desempleo, trabajos peor remunerados y elevada rotación”, añadieron.
Las organizaciones promotoras de Iglesia por el Trabajo Decente recordaron que hay casi 2,5 millones de trabajadores pobres, es decir, que, a pesar de estar empleados, no logran abandonar situaciones de pobreza relativa.
Por último, advirtieron de que, según el Informe Foessa, al inicio de la pandemia, 4,5 millones de personas en España vivían en situación de pobreza severa, lo que suponía un millón más que en 2008, y que uno de cada cinco trabajadores españoles menores de 30 años está al borde de la pobreza, lo que constituye el nivel más alto de la Unión Europea.
