En verano, los aeropuertos principales del país se llenan de periodistas deportivos dispuestos a narrar en directo el viaje de alguna megaestrella rumbo a su nuevo destino o de recibir, micrófono en mano, al crack de turno. Los profesionales acuden ávidos de sonsacarle al protagonista alguna frase que se salga del tópico y de obtener las imágenes que luego coparán las primeras páginas. Así, a los Messi, Mbappé o Ronaldo les cuesta pasar desapercibidos en estos traslados, pero hay otros personajes anónimos que confían en eludir los marcajes para poder moverse con tranquilidad, aunque estén infringiendo las normas.

Durante este mes de agosto, una de esas personas desconocidas, en este caso residente en Zamora, se desplazó al aeropuerto de Barajas con la confianza de poder coger su vuelo sin sorpresas desagradables. Quizá, hasta se cruzó con alguno de los periodistas de guardia en su camino hacia el control, sin sospechar que varios agentes de la Guardia Civil le esperaban para negarle el acceso al avión.

La persona en cuestión quería aterrizar en Rusia unas horas más tarde, pero su destino se hallaba más cerca, en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Allí acabó junto a los agentes tras una operación coordinada para dar al traste con los planes de este o esta rebelde, no ha trascendido si era hombre o mujer, que pretendía saltarse una cuarentena obligatoria.

Unas horas antes del incidente del aeropuerto, una de las rastreadoras de la provincia inició el proceso que frustró el plan Rusia del protagonista de esta historia. La responsable del control de las cuarentenas avisó a la Guardia Civil de que esta persona no se hallaba en su domicilio para el cumplimiento forzoso del confinamiento en casos de COVID y todo se precipitó.

A partir de ahí, los agentes iniciaron unas pesquisas que dieron rápidamente sus frutos: la persona que buscaban debía coger un vuelo desde el aeropuerto de Barajas. Una vez se confirmó este punto, la Guardia Civil de Zamora dio el aviso a sus compañeros del aeropuerto, que hicieron el resto, identificaron a la persona en cuestión y la enviaron al hospital. Lo que quedó en cuarentena resultó ser finalmente el viaje a Rusia, que se vio súbitamente pospuesto por la astucia de sus perseguidores.

El encargado de revelar los detalles de este caso fue el subdelegado del Gobierno en Zamora, Ángel Blanco, que intervino para ofrecer un balance de las actuaciones de los agentes durante el mes de agosto. El responsable gubernamental citó este hecho curioso y también aislado. No en vano, de los 349 controles de cuarentena que han realizado los agentes desde el pasado día 1, solo se detectó otro incumplimiento además del citado.

Actuaciones en los pueblos

Más allá del control de cuarentenas, Blanco subrayó que el grueso de las intervenciones llevadas a cabo durante este mes en la provincia ha tenido lugar en el medio rural. El subdelegado explicó que los pueblos multiplican su población y se llenan de jóvenes, una circunstancia que favorece la organización de determinadas fiestas e incluso de los famosos macrobotellones, que también han tenido su espacio durante este verano.

En ese sentido, Ángel Blanco citó dos intervenciones particularmente llamativas. Una, en un botellón celebrado el pasado fin de semana en el entorno de Toro, y otra una quedada de unas 200 personas en Tábara, que tuvo lugar durante la noche del 14 al 15 de agosto y que se saldó con 40 multas para varios de los asistentes por incumplimientos de distinta índole.