En agosto, los pueblos de la Zamora olvidada abren un paréntesis de luz en medio de la oscuridad demográfica que asola sus rincones. Las puertas de los municipios se abren de par en par para acoger a los hijos y nietos de la tierra que se marcharon en busca de futuro y certezas, y también para hacer hueco a los visitantes que vienen a relajarse a las playas, las montañas, los senderos y los monumentos que ofrece la provincia. Este octavo mes del año 2021 traerá más gente a las comarcas que el de 2020, según las previsiones, aunque el COVID sigue marcando la pauta y continúa vetando algunas actividades clásicas de la época. Este es el escenario que se dibuja en un contexto zamorano plagado de interrogantes y esperanzas, y salpicado por la necesidad de alcanzar un equilibrio razonable entre el dinero y la salud:

Más visitantes que en 2020. Las perspectivas de los negocios, las asociaciones turísticas y los políticos para este mes de agosto señalan que Zamora contará con más visitantes que en el mismo periodo de 2020. El año pasado, la provincia llegó a sumar 60.000 habitantes más de los que tiene habitualmente en torno al día 15, la fecha de las fiestas por antonomasia, y se espera que esa cifra se incremente en esta ocasión, aunque tampoco habrá festejos. Además, los estudios del INE detectaron una gran movilidad de la capital a las comarcas durante el curso anterior, algo que probablemente también se repetirá.

Los alojamientos afrontan un mes “ilusionante”. Tras un año muy complicado y marcado por los cierres y las restricciones, las reservas para el mes de agosto dibujan un panorama más esperanzador para los dueños de los negocios turísticos y los responsables de los alojamientos. De hecho, el presidente de la Asociación Zamorana de Empresarios Hosteleros (Azehos), Óscar Somoza, considera que el horizonte resulta “ilusionante”. “Se está moviendo y se va a mover bastante bien”, estima el representante del sector.

Sanabria, “a tope”. La responsable de la Asociación Zamorana de Turismo Rural (Aztur), Patricia García, subraya que “la zona de Sanabria y La Carballeda está a tope”, en relación a las reservas previstas para el mes de agosto. De hecho, ya durante julio, los registros turísticos de Puebla mostraron un incremento de los visitantes con respecto al mismo mes de 2019. Es decir, las cifras ya mejoran a las del último año prepandemia. “Al principio se notó la quinta ola en las dudas de la gente, pero hay muchas ganas de salir”, explica la representante de Aztur, satisfecha con el escenario que se plantea.

Las guías turísticas trabajan a buen ritmo. Uno de los detalles que dejan patente la mejoría de la salud del turismo en la provincia es el ritmo de trabajo de las guías, que funcionan “tanto en los pueblos como en la ciudad”, según constata el vicepresidente segundo de la Diputación, Jesús María Prada, que señala que el verano “está siendo bueno”.

Los bares, obligados a lidiar con las restricciones. Si bien el volumen de turistas y de visitantes en general se prevé elevado, los bares y los restaurantes de la provincia tendrán que tratar de aprovechar esta circunstancia mientras lidian con las restricciones impuestas para evitar la propagación del COVID. Hasta el 16 de agosto, seguirá en pie la prohibición de consumir en barra o de pie en el interior de los establecimientos y se mantendrá el horario de cierre de los locales a la una y media, aunque las terrazas sí podrán cumplir el horario que establezca su licencia: “En las zonas rurales se están dando más facilidades”, señala Somoza, que apunta que la ausencia de banquetes y la limitación de ciertas reuniones están jugando en contra del sector.

Las fiestas se suspenden o se limitan. Al hilo de la situación de la hostelería, uno de los escollos con los que tendrán que contar los negocios es la ausencia de fiestas en los pueblos o la limitación a actividades de tono menor. La inmensa mayoría de las localidades zamoranas ha optado por aplazar cualquier festejo hasta 2022 ante la irrupción de una quinta ola que borró de un plumazo cualquier amago de normalidad, especialmente en lo que tiene que ver con las verbenas y otros eventos nocturnos. De hecho, negocios como las orquestas o las discotecas móviles volverán a pagar un peaje muy elevado durante este verano y deberán posponer su retorno un curso más.

Cultura “segura”, pero vigilancia en otros frentes. Desde administraciones como la Diputación, el mensaje de cultura “segura” se mantiene. La idea es que los pueblos puedan acoger, durante el mes de agosto, eventos de carácter musical o teatral, pero siempre bajo estrictos protocolos de seguridad, con recintos al aire libre y con el uso de la mascarilla para evitar riesgos: “Hay que hacerlo de manera cuidadosa”, indica Prada, que sí pide una mayor vigilancia en otros frentes, como la organización de botellones o fiestas paralelas que podrían tirar por tierra los sacrificios llevados a cabo para detener los contagios.

El bajón del Camino de Santiago. Las previsiones de los hosteleros para este 2021, y especialmente para los meses de verano, incluían un incremento de los clientes vinculado al Camino de Santiago. Hay que recordar que este curso y el que viene conformarán un Año Jacobeo que suele implicar un aumento de los peregrinos. Sin embargo, esta vez no ha sido así, según Somoza, que prevé un agosto sin demasiados alardes en relación a este recurso que ayuda a las decenas de pueblos de la provincia que se sitúan en la ruta hacia el territorio gallego. El turismo reacciona, pero no en todos los ámbitos por igual.

La quinta ola muestra una tendencia contenida. En lo que se refiere estrictamente al tema sanitario, durante el mes de julio, el impacto de la quinta ola ha sido duro para una provincia que ha visto cómo las cifras de contagios rozaban los máximos de la pandemia. En las primeras semanas del verano, la incidencia llegó a rozar los mil casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, una tasa que hizo temblar a los sectores que más aprovechan agosto y que puso sobre la mesa la alternativa de medidas como el toque de queda, que no regresó por las dudas jurídicas expresadas por la Junta. Ahora, el escenario ha mejorado: la incidencia se ha reducido a la mitad, las hospitalizaciones tienden a la baja y la posibilidad de que se apliquen más restricciones se ha ido diluyendo.

La vacunación como esperanza. Aunque llegue un poco tarde para permitir un agosto normal, la vacunación avanza a muy buen ritmo en Zamora. De hecho, si las cifras de España hablan de un 68% de la población con la primera dosis y un 57,4% con la pauta completa, en la provincia, dos de cada tres ciudadanos están inmunizados al completo y tres de cada cuatro han iniciado el proceso. Además, esta misma semana recibirán el primer pinchazo los nacidos entre 1997 y 2002, en un impulso que busca arrinconar al virus.

El deseo de un septiembre sin olas. Durante la mayor parte del verano pasado, Zamora vivió con la tranquilidad que le daba el transcurso de los días sin casos. No obstante, a finales de agosto, se empezó a vislumbrar un repunte que daría lugar a la segunda ola y al inicio de un curso marcado por el drama sanitario. Las restricciones actuales, unidas a las vacunas, buscan que ese escenario ya no regrese.

La Junta pide prudencia a los ciudadanos en una etapa de gran movilidad

La delegada territorial de la Junta de Castilla y León en Zamora, Clara San Damián, lleva varias semanas advirtiendo de la necesidad de mantener la prudencia para evitar nuevos repuntes del COVID en la provincia: “Ojo, que el riesgo continúa y además estamos en un mes, el de agosto, que es muy peligroso para la relajación, tanto por las fiestas de los pueblos como por las visitas a las familias, los campamentos o los encuentros con los amigos”, señaló la responsable autonómica durante esta misma semana. Los ingresos en el Complejo Asistencial siguen preocupando a las autoridades, de ahí que los mensajes busquen la contención de los ciudadanos.