El pintor cántabro José Antonio Quintana regresa a la galería de arte Espacio 36 para mostrar su última obra, “Aesthetic”, con medio centenar de cuadros realizados durante la cuarentena y que reflejan paisajes naturales y construidos por la mano del hombre con su particular mirada.

–¿Por qué escogió este título para la nueva colección?

–El significado literal de “aesthetic” es “estética”, pero de un tiempo a esta parte se habla de estilo o corriente aesthetic como algo que lo abarca todo. Es un estilo de vida que se manifiesta a través de la forma de vestir, la decoración que utilizas en tu casa o incluso tu peinado o la taza que usas para el desayuno. En todas mis obras parto de un caos que voy ordenando hasta que él mismo me resulta armónico. Es el resultado de apreciar aquellas cosas que me rodean desde un punto de vista diferente, sacar el lado que me produce satisfacción de los entornos o detalles del entorno reflejados y siempre con un estilo propio, de forma que alguien que vea una obra realizada por mí no dude de que es una obra de mi autoría. Es la apreciación personal de la belleza. Todo este concepto se encuentra intrínsecamente relacionado con el concepto de estética dado por Hegel, Heidegger y Adorno frente al concepto estricto y tradicional del término.

–¿Qué recoge en la muestra?

–Son algo más de 50 obras, mezcladas en diferentes formatos. Recupero mi anterior serie con los contraluces y claroscuros, todo centrado en los diversos escenarios que se pueden obtener a través de la luz.

–Utiliza el filtro dstrecht, ¿en qué consiste?

–Para alcanzar esta forma de ver los entornos siempre he buscado diferentes alternativas en los materiales empleados, en los propios entornos o en la distribución de los elementos en la obra. En los dos últimos años he utilizado una herramienta de estudio empleada en el arte rupestre como es ese filtro, que mediante el análisis de imágenes multiespectrales de los entornos o de las propias obras, descompone en bandas RGB la imagen original y mediante un algoritmo de decorrelación de las imágenes originales con otros colores flúor, se obtiene una segunda imagen en falso, color que posibilita la visualización de motivos anteriormente difíciles de percibir por el ojo humano, así como la distinción entre diferentes superposiciones y clases de pigmentos utilizados. De esta forma, que posibilita en el arte rupestre encontrar dibujos o grabados en las paredes de los sitios que fueron poblados en la prehistoria, llevo a cabo diferentes interpretaciones de las realidades que plasmo.

–La luz también es esencial en gran parte de su obra.

–Aquí son en su mayoría atardeceres, también algún amanecer. Lo que busco es la incidencia de la luz en lugares donde normalmente no aparecen personajes, quizá alguno a los lejos y de forma secundaria. Le doy mucho más valor al resto del paisaje que a las personas. Muchas veces se trata de buscar la belleza allá donde alguien que no tenga mis gustos no puede llegar a ver. Yo, por ejemplo, puedo ver la belleza en unos juncos del río o en paisajes portuarios.

–Como los que muestra aquí.

–Llevo años interpretando astilleros de España y estos que he traído son mayoritariamente de Cantabria y alguno asturiano. La exposición se completa con series de montaña, Picos de Europa y también alguna interpretación de Zamora.

–¿Qué se puede ver en ellos?

–Son los de pequeño formato y no es Zamora al uso, sino pequeñas interpretaciones de imágenes que he ido tomando en los viaje desde mi casa hasta aquí, así que son pequeños fragmentos de esos trayectos. Zamora es más reconocible en la obra de una vista de la ciudad, donde he querido hacer un guiño al Duero, con esos atardeceres tan envidiables.

–¿Le atrae de igual manera la naturaleza viva que la urbana?

–Esta serie que ahora mismo he dado por cerrada se titula “Lo que nos dejaron”, donde quiero que quede reflejado lo que nosotros vamos a dejar, ya sea plástico o hierro.

–Precisamente, el color del hierro está muy presente en las obras que ha traído a Zamora.

–Los cuadros no están hechos solamente con óleo, papel y transferencias, sino que he empleado el hierro a través de piezas que he lijado para crear un polvo que, con agua de mar, lo voy dando y se va oxidando. El color es de ese hierro puro, sin tratar.

José Antonio Quintana regresa a la galería Espacio 36. José Luis Fernández

–¿Y las letras que se dejan vislumbrar detrás?

–Son papeles especiales, libres de lejías y ácidos, que mando imprimir o escogidas por mí. Las transfiero con tolueno, un disolvente, para formar un pequeño caos que luego voy reordenando hasta que termina en la obra.

–¿Qué quiere conseguir con ello?

–Ruido, porque no me gustan las cosas planas. A pesar de que después no me centro en el detalle y mi pintura es muy esquemática, si no veo el caos detrás de la obra, no la doy nunca por terminada. Busco esa sensación de ruido, mientras que con el resto de la pintura una quietud y una templanza.

–¿Nunca pinta sobre un lienzo en blanco?

–No es habitual en mí. Lo que hago es que después de las transferencias y los pegados con los papeles previamente lijados, barnizo y vuelvo a lijar. A veces me lleva mucho más tiempo preparar el bastidor que luego pintar el cuadro en sí.

–¿Cómo describiría su proceso de creación?

–Tengo un cuadernito siempre, que voy llenando de bocetos y también hago fotografías. No quiere decir que lo vaya a pintar en el momento, pero es en el estudio donde, a través del boceto y gracias a la imagen, voy encajando e interpretando ese lugar. No son cuadros al uso, si hay algo que me parece que no tiene que estar o que hay que añadir, lo hago, porque, en el fondo, son interpretaciones.