En julio del año pasado, en Burgos, una joven de 22 años falleció causa de un tumor cerebral mientras esperaba los resultados de unas pruebas que nunca llegaron y sin haber sido diagnosticada ni haber recibido ningún tipo de tratamiento. Las restricciones por el COVID y la demora en las pruebas costó la vida de la mujer, según denunció su madre meses después. No fue el primer caso de España, ni ha sido el único. En Zamora no se han registrado situaciones similares, pero sí se observa que los pacientes que acuden a la Unidad de Diagnóstico Rápido del Hospital Virgen de la Concha llegan, en caso de estar enfermos, en una fase más avanzada de la enfermedad. Así las cosas, de los 205 pacientes tumorales que pasaron por la consulta el año pasado, alrededor de la mitad llegaron en una fase avanzada de la enfermedad. Así lo explica la doctora Lucía Fuentes, jefa de Sección en el Complejo Asistencial de Zamora.

Entrevista a Lucía Fuentes, jefa de sección de la Unidad de Diagnóstico Rápido del Complejo Asistencial de Zamora.

Los efectos de esta situación parecen evidentes, pero no conviene olvidarlos. “Cuanto más precoz sea el diagnóstico y antes se inicie el tratamiento, mejor pronóstico habrá”, resume Fuentes. “Ahora mismo casi la mitad de los pacientes que nos llegan lo hacen en una fase diseminada de la enfermedad, lo cual no es bueno”. En otras palabras, el paciente no entra a la consulta con el tumor concentrado en un órgano concreto, sino con la enfermedad ya en varias partes de su cuerpo. El porcentaje de personas que llegaban a la Unidad de Diagnóstico Rápido en esta situación antes de la pandemia era claramente inferior. El tratamiento que se sigue en este escenario, explica la facultativa, ya no es curativo. Es paliativo y busca reducir la carga de la enfermedad y mejorar la calidad de vida del paciente, objetivos que muchas veces se consiguen. Pero la curación total se convierte, casi, en una quimera.

Interior de la consulta que acoge la Unidad de Diagnóstico Rápido. | Emilio Fraile

Las causas, explican en la consulta de Diagnóstico Rápido, son varias. “No es justo centrarlo todo en las dificultades en acceder a la Atención Primaria, creo que hay que repartir la culpa”, explica Fuentes. “También es cierto que muchas veces el paciente no ha querido contactar con su médico por miedo a la pandemia. Esto nos lo han contado pacientes, que se encontraban mal desde hace meses pero que no han contactado con su médico porque creían que no era el momento”, lamenta Fuentes.

Aunque la pandemia lleva ya un año instalada en España, “todavía hay mucho retraso diagnóstico” con este tipo de enfermedades. “La gente ve que la situación no está controlada y tiene miedo. Además, hay todavía dificultad, en algunos casos, para contactar con los médicos de Atención Primaria”. Ante este panorama no queda más que “volver a como estaba organizada la sanidad antes de la pandemia. Facilidad para acceder al médico de cabecera y que él pueda contactar sin limitaciones con los servicios especializados. La comunicación tiene que fluir en todos los aspectos y eso es algo que no pasó el año pasado”.

Rapidez en las pruebas

Pese a la pandemia, Lucía Fuentes explica que la cifra de pacientes vista durante el año pasado fue similar a la del ejercicio 2019. Eso pese a que en la segunda quincena de marzo y en la primera de abril la consulta estuvo cerrada porque los responsables se trasladaron a las plantas de COVID para trabajar con los enfermos afectados por la primera ola de la pandemia. En total Lucía Fuentes y Lucía Pelaz —enfermera de la Unidad de Diagnóstico Rápido— evaluaron a un total de 458 pacientes. En 380, una gran mayoría de los casos, la visita se programó para los tres días siguientes a la fecha de prescripción, uno de los grandes objetivos de esta unidad. El tiempo de espera medio supera por poco los dos días. En 175 casos se estableció un diagnóstico antes de las 72 horas y, en el resto, el tiempo de espera medio para conocer si había o no enfermedad estuvo en once días. En 205 casos se encontró una neoplasia.

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Lucia Pelaz atiende al teléfono. Emilio Fraile

Tanto Fuentes como Pelaz insisten a los pacientes en que “pierdan el miedo” en asistir al hospital en caso de que perciban algún signo de alarma en su organismo. Principalmente, indican doctora y enfermera, son dos los síntomas que indican que puede existir una enfermedad grave: sangrado al defecar o al esputar y pérdida excesiva de peso, no justificada y sin que se esté llevando a cabo ninguna dieta. “Ya no existe la figura del médico paternalista que tiene que estar encima de sus pacientes, ahora los pacientes deben conocer los síntomas de alarma y actuar si los perciben en su organismo”, apuntan las mismas fuentes. “En muchas ocasiones no habrá enfermedad, o no será importante. Pero los pacientes deben perder el miedo a consultar por lo que les pasa, a venir al hospital y a realizarse las pruebas que sean necesarias. Un diagnóstico rápido es fundamental”, concluyen.