La Unidad de Diagnóstico Rápido del Complejo Asistencial de Zamora nace en el año 2012, vinculada a Medicina Interna y coordinada con Atención Primaria y Urgencias, con el objetivo fundamental de evitar demoras en el estudio de pacientes con patologías potencialmente graves. Los pacientes que entran a la unidad, que muchas veces pueden estar en casa, reciben una rapidez en las pruebas idéntica a la de las personas ingresadas. En Zamora, la jefa de sección responsable de la unidad es Lucía Fuentes, que alerta de que las reticencias a la hora de ir al hospital y las dificultades para acceder a la Atención Primaria han empeorado los pronósticos de muchos zamoranos una vez obtenido el diagnóstico de la enfermedad.

–Parece evidente pero no conviene olvidarlo. ¿Qué efectos tiene un retraso en el diagnóstico en una enfermedad grave?

–Cuanto más precoz sea el diagnóstico y el tratamiento, mejor pronóstico habrá. Ahora casi la mitad de los pacientes que llegan y tienen un tumor llegan ya en una fase diseminada de la enfermedad. Este año hay más porcentaje de diagnósticos en esa fase diseminada. El pronóstico empeora.

–¿A qué lo achacan?

–A dos factores. El paciente ha tenido miedo a contactar por el COVID y los problemas para acceder a la Atención Primaria. Es mi opinión, pero creo que no se puede diagnosticar por teléfono. La atención presencial es fundamental, en Primaria y en Especializada, y se debe recuperar al cien por cien. La atención médica siempre debe ser presencial. Es en la consulta cuando ves al paciente, escuchas lo que te cuenta...

–El ojo clínico...

–El ojo clínico existe. Cuando ves a un paciente entrar ya intuyes si viene por un cuadro de ansiedad o si puede tener una enfermedad grave. Eso solo con verle, ya no te digo si le entrevistas buscando síntomas o le exploras. La presencialidad es necesaria para tener un diagnóstico certero.

Lucía Fuentes y Lucía Pelaz, en la consulta. Emilio Fraile

–¿Qué mensaje hay que mandar a los pacientes con miedo a ir al hospital?

–Que lo pierdan y que estén atentos a los principales síntomas de alarma. Sangrado, al defecar o esputar, y pérdida de peso de forma acelerada sin motivo aparente, principalmente. Hay que perder el temor a consultar. Muchas veces no será importante, pero el paciente no tiene esa capacidad de filtro que sí tenemos los médicos. La pandemia nos ha afectado a todos, hasta la persona mentalmente más estable puede haberse angustiado y haber adelgazado. Se puede adelgazar sin que haya una enfermedad, pero es necesaria esa capacidad de diferenciar que tenemos los médicos. La gente debe perder el miedo a ir a los hospitales y a hacer las pruebas necesarias.

–El hecho de que los pacientes lleguen en fases avanzadas de la enfermedad, ¿sucedió en las primeras etapas de la pandemia o es algo que todavía se aprecia?

–Aún lo vemos. Hay mucho retraso diagnóstico, no está ni mucho menos solucionado. Está acabando de pasar la tercera ola y la gente no tiene la sensación de que todo esté controlado. También sigue existiendo dificultad para contactar con Atención Primaria en algunos casos.

–¿Qué se puede hacer para solucionar la situación?

–Volver a como estábamos antes de la pandemia. Los pacientes deben reconocer los signos de alarma y deben tener facilidad para transmitirlos al médico de cabecera, que es el que filtra y nos envía a los pacientes a nosotros con agilidad. Todo debe fluir y esto no ha pasado durante este año. Los retrasos se deben a esto, porque las pruebas que se hacen dentro del hospital se han realizado en el mismo plazo que en 2019.