La sala de exposiciones de La Alhóndiga acoge durante todas estas navidades —hasta el próximo 8 de enero— una muestra del artista zamorano Víctor Julián Montero.

–¿Qué se encuentra el espectador en “Zamora. Calles y gentes?

–Es una colección con más de treinta piezas, que aglutina pinturas de distintas técnicas y diferentes épocas. Yo no he desarrollado la pintura como profesión, sino más bien como hobby. Muestro desde bodegones de cuando tenía trece años, hasta pinturas de la etapa del doctorado, fotos de alguna “performance” de la carrera e incluso arte abstracto y digital, además de cuadros de la época de la Plaza de los Pintores, que son los de formato más pequeño.

–¿Qué recuerda de esa época?

–Aunque ya estaba licenciado, seguía viviendo en Salamanca, pero trabé amistad con Félix Matilla, que dirigía la plaza. Me animó a participar en los concursos y en el resto de actividades, incluso hacíamos intercambios con Portugal. Me sirvió para volver a los orígenes, a la figuración y los paisajes. Descubrí que dibujaba bien con concursos de barrio, aquellos de pintura rápida. Fue volver a la ribera del Duero a pintar al natural, aunque, cuando las temáticas te las imponía las bases, también ibas al centro, te plantabas en medio de la calle con el caballete, dando la nota romántica, en el sentido tradicional.

–Tiene Zamora más que recorrida y reproducida. ¿Es una ciudad que inspira?

–Creo que tiene unos paisajes preciosos, más allá del entorno del Duero, porque posee calles muy auténticas. El paisaje se presenta como un pretexto, porque se puede pintar de mil maneras diferentes, mientras te expreses. Quizá ya cuando has pintado la Catedral varias veces, es lo que menos gracia te hace e intentas recrearte en otras cosas. Si el día tiene una luz bonita, la recreas y si no, también te puedes salir de lo que estás viendo para jugar con la pintura.

–¿Tiene algún rincón favorito?

–A mí me gusta cuando pinto en entrepuentes, que puede mirar a la Catedral o a otro lado. En el fondo, es una cuestión de estar a gusto. En verano, cuando participo en concursos de pintura rápida, me cojo una sombra, mi maletín de pinturas, ya sea profesional o los que tengo hechos con cajas de botellas de vino, me llevo un sombrero y como precisamente a esas horas no pasa demasiada gente, lo bonito es disfrutar un poco de la pintura porque en el estudio las cosas salen mejor, pero no tienes la experiencia de estar pintando con las dificultades de la luz y con el movimiento del sol. También si pillas a alguien en movimiento tiene su gracia que lo dejes desdibujado. Lo que más me gusta de mis peores cuadros, desde el punto de vista del impacto visual, es que jueguen al acertijo con las formas y con las luces

–¿Con qué estilo se encuentra más cómodo?

–En el fondo no tengo ninguno. Tanto el impresionismo como el expresionismo, por las aportaciones que cada uno hace con respecto del color, la luz, el juego con los motivos o de lo que tú eres capaz desde lo que tú puedes concebir con tu cabeza, donde se podría incluir el surrealismo. He pintado en muchos estilos sin afincarme en ninguno y también he dripeado y realizado pintura azarosa. En el fondo, estás jugando, unas veces porque miras y otras porque piensas. No me gusta esclavizarme con el estilo ni me preocupa en exceso, porque significa acotar las posibilidades del arte y la pintura, desde los motivos hasta las técnicas. Tengo muchos estilos, no uno solo, y lo prefiero así.

–Volver a exponer en Zamora, ¿impone o se siente más cómodo al estar arropado por gente conocida?

–Tampoco es que me haya prodigado mucho fuera, pero tenía ganas de hacer esta, porque la última fue hace mucho tiempo. Las veces que me ha salido del tiesto y no he representado catedrales la gente se ha encogido de hombros. Esta vez he hecho una exposición más clásica, sin arriesgar tanto. Pero ni la otra vez me desmoralizaron las críticas ni esta vez, si la gente me halaga, me va a afectar. La procesión van por dentro y uno solo ya se hace la autocrítica y se pone tiritas. El mundo del arte no es para dejarse llevar por las flores de nadie, es algo más complicado.