El zapatero, la sanabresa, el chino, la negra o los mismísimos condes de Pimentel darán hoy la bienvenida a Puebla de Sanabria al ilustre rey Alfonso IX de León. La imponente figura del monarca se une a la “familia” de gigantes y cabezudos que conforma una de las comparsas más antiguas de España, puesto que la de Puebla data de 1848.

El autor de este encargo es Francisco Iglesias Escudero, quien confiesa su ilusión “desde el primer momento” con el proyecto encomendado para la conmemoración del VIII centenario de la concesión de la carta de fueros del monarca a la villa de Puebla. De hecho, la pandemia ha obligado a suspender todos los actos de celebración previstos desde el Ayuntamiento, quedando solamente la elaboración de este gigante como recuerdo del aniversario.

“Han sido cinco meses de trabajo intenso, fundamentalmente durante la cuarentena”, recuerda Iglesias, quien comenzó con una ardua labor investigadora para bucear por las imágenes de este rey —reconocido también por ser el fundador de la Universidad de Salamanca— que le llevó hasta Santiago de Compostela, en cuya catedral se encuentra enterrado. “Allí está su estatua yacente, que me sirvió de referencia, como la ilustración que de él hay en el libro Tumbo A, que se guarda en la catedral y que muestra una de las imágenes más realistas que existen, lo que me sirvió también para sacar las referencias de cara al vestuario y la heráldica”, explica. El resto de la inspiración le llegó con cuadros historicista del siglo XIX que representan al monarca leonés.

Con esos mimbres comenzó el trabajo manual para la construcción del gigante, una estructura de aluminio desmontable de tres metros y medio de altura. “La cabeza y las manos se han hecho a través de talla directa sobre poliestireno expandido, con un recubrimiento posterior policromado al óleo y diferentes tipos de veladuras para crear los efectos de la piel y el pelo”, detalla Iglesias.

La elección de estos materiales —aluminio y poliestireno— responde a la necesidad de lograr una pieza lo más ligera posible, pues es esencial que tenga poco peso para que sea más sencillo moverlo en las celebraciones. “Además, los gigantes de Puebla se caracterizan por bailar de una manera singular, dando vueltas de 180 grados al son de la gaita de fole. Esa es su seña de identidad”, destaca el autor.

El colectivo multidisciplinar Menga Arte y Etnografía ha sido el encargado de “vestir” al soberano y de completar sus ropajes con corona y espada. “Todos los ropajes se han hecho de manera artesanal, partiendo de diseños propios inspirados en las imágenes recabadas de Alfonso IX. Incluso tienen el detalle del bordado en las mangas con la leyenda ‘Alfonsus rex legionis’, como se le denominaba en el sello real”, precisa. En total, han sido necesarios veinte metros de tejidos diferentes, como damasco, paño o estameña, además de distintas clases de hilos.

Las actuales circunstancias impiden que el rey se pueda estrenar con algún baile junto a sus nuevos compañeros por las calles de Puebla y, previsiblemente, habrá que esperar a las fiestas de las Victorias de 2021 para verlo por las calles de la villa pero, mientras tanto, podrá admirarse su regio porte en el Museo de Gigantes y Cabezudos de Puebla de Sanabria.