Amenazaba lluvia, frío en Madrid y, en efecto, ha habido tormentas. La meteorológica, y otra a ras de suelo, arreciando contra el Gobierno. "No estamos de acuerdo"; "¡Váyase, garrapata!", clamaban dos de las asistentes a la manifestación en Cibeles convocada para pedir la dimisión del presidente del Gobierno. O sea, que a Pedro Sánchez le ha llovido de todo. En versión oral y escrita, en las pancartas que le llamaban traidor y en las que denucniaban sus pactos con Puigdemont. Desde el público y desde la tribuna. Era la derecha, otra vez en la calle, en una protesta con menos tirón que citas anteriores, pero de amplio espectro: contra lo que llaman demolición del estado, deterioro de las instituciones... Y ¡cómo no!, contra la amnistíia ya a punto para su aprobación. La iniciativa era de las que se llaman "ciudadanas", pero los partidos ahí han estado. Acomnpañando una movilización a la que -según advertía el líder de Vox, Santiago Abascal, "No habrá tregua contra el gobierno de los malvados"- no se le adivina el final.