Millones de votantes senegaleses acuden este domingo 24 de marzo las urnas desde primera hora para elegir al quinto presidente de la nación, en unas elecciones retrasadas que se celebran en un turbulento contexto político que ha desencadenado violentas protestas antigubernamentales y ha impulsado el apoyo a la oposición. Lo que está en juego es el posible final de un régimen que ha mantenido políticas favorables a los inversores en el país, que pronto se convertirá en productor de petróleo y gas, pero que no ha logrado aliviar las dificultades económicas y ha provocado disturbios en una de las democracias más estables de África Occidental, propensa a los golpes de Estado. Diecinueve aspirantes compiten por sustituir al Presidente Macky Sall, que abandona el cargo tras un segundo mandato empañado por los violentos disturbios provocados por el procesamiento del incombustible líder de la oposición Ousmane Sonko y por la preocupación de que Sall quisiera prolongar su mandato más allá del límite constitucional. Por primera vez en la historia de Senegal, el presidente no se presenta a las elecciones. Su coalición gobernante ha elegido al ex primer ministro Amadou Ba, de 62 años, como candidato.