La popularidad de las freidoras de aire caliente no para de aumentar. En los en los últimos años, su precio se ha reducido, al tiempo que su calidad ha mejorado bastante. En los primeros análisis de OCU sus resultados de fritura eran poco convincentes, pero ahora son mucho mejores, por lo que se han convertido en uno de los productos estrella.

Triple ahorro: aceite, calorías, energía

Las freidoras de aire funcionan como un pequeño horno de convección, moviendo aire caliente en torno a los alimentos que pueden estar ligeramente impregnados de aceite, pero no sumergidos en él. Esto supone un ahorro en varios aspectos:

Menos aceite

Las freidoras de aire apenas necesitan aceite mientras que una freidora de aceite puede usar dos o tres litros, que podrás reutilizar unas 12 veces. Después, tendrás que cambiarlo porque empieza a degradarse y cada litro de aceite te puede costar unos 4 euros si es de oliva. Como ventaja añadida, al usar poco aceite, su limpieza es mucho más cómoda y no hace falta tener que enviar dicho aceite usado al punto limpio. Algunas partes se pueden lavar en el lavavajillas (consulta el manual de instrucciones).

Menos calorías

Al utilizar menos aceite, añaden menos grasa y menos calorías a los alimentos, que resultan así más saludables. Además, todas tienen un termostato que te permite controlar fácilmente el calor y si mantienes la temperatura por debajo de 175ºC, evitarás la aparición de acrilamida.

Menos consumo energético

Dentro de los electrodomésticos que pueden preparar alimentos de una forma parecida a como lo hace una freidora de aire caliente, esta es la que menos energía consume. Los costes están calculados para un uso de 1 hora a la semana y con el precio del kWh a 0,305 € (noviembre 2022).

¿Qué valorar antes de elegir una freidora de aire?

Si tienes claro que el producto que hace falta en la cocina es una freidora de aire caliente, estos son los aspectos que conviene mirar con atención al elegirla:

  • Volumen de la freidora. Debes tener en cuenta el número de personas para el que sueles cocinar para elegir un modelo de suficiente capacidad. Normalmente, los fabricantes indican el volumen de la cubeta de la freidora en litros, aunque sería más indicativo que mostraran la cantidad máxima de alimento en gramos que es capaz de freír de una sola tanda.
  • Tamaño y peso de la freidora. Piensa en qué lugar puedes ponerla y toma las medidas, porque las hay de diferentes tamaños y, sin esa precaución, podrías encontrar que no cabe en la ubicación prevista. El peso también es importante, aunque no tanto, a no ser que necesites trasladarla cada vez que la usas. Hay modelos que pueden pesar más de 8 kilos y otros cuyo peso es inferior a los 3 kilos. En cuanto al volumen exterior, también hay diferencias importantes.
  • Potencia en vatios (W). Influye en su consumo eléctrico y en su rapidez para producir el calor. 
  • Longitud del cable. Comprueba si el cable es lo bastante largo para llegar hasta el enchufe donde vas a conectarla, ya que no es conveniente tener que usar alargadores.
  • Display analógico o digital. Observa los mandos, ya que hay personas que se manejan mejor con los controles analógicos; otras prefieren la pantalla.
  • Programas automáticos. En algunos modelos puedes usar programas para determinadas frituras que ya vienen definidos. Recuerda que es conveniente no superar los 175ºC al freír.
  • Modelos con dos cubetas: podrás freír varios alimentos simultáneamente sin que se mezclen los sabores en ambas frituras.
  • Ventana. Algunas freidoras tienen una zona transparente en la tapa te permite ver el estado de la fritura sin necesidad abrir la cubeta.
  • Conectividad. Cada vez es más frecuente encontrar modelos que se pueden conectar con dispositivos móviles, facilitar recetas, etc. Esta función se irá extendiendo a más modelos y el número de prestaciones será cada vez mayor.