Las desconocidas "joyas" que custodia el Sancti Spíritus de Toro

Las sargas del monasterio son uno de los "tesoros" del patrimonio toresano y su guía ha arrojado luz mediante una investigación

Ana María de la Iglesia explica la escena de la sarga que muestra la Crucifixión

Ana María de la Iglesia explica la escena de la sarga que muestra la Crucifixión / C. T.

Carmen Toro

Las puertas del Monasterio de Sancti Spiritus el Real han vuelto a abrirse el Sábado Santo tras unos meses de descanso, como cada año, para acoger en su seno de siglos a los visitantes y mostrarles las joyas que esconde.

Una de esas joyas son las populares, pero también bastante desconocidas sargas o velos de Pasión. Siete telas de gran formato que representan diferentes escenas de la Pasión de Cristo y que, en su momento, comenzaron a utilizarse para cubrir las paredes de las iglesias desde dos semanas antes del Domingo de Ramos hasta la tarde del Domingo de Resurrección, como obligación impuesta por la Contrarreforma.

La palabra "sarga" deriva del término latino "serica", que significaba "seda". Y es que, como explica la guía turística del Sancti Spiritus, Ana María de la Iglesia Rivas, las sargas comenzaron a confeccionarse en seda, pero, al colgarlas, se rasgaban por lo que hubo que buscar un material "barato, pero resistente" y así se dio con la arpillera con la que están realizadas estas, un tejido "más barato y fácil de conseguir".

De la Iglesia, además de ser la persona que "mima" a diario estas sargas, también elaboró su Trabajo Fin de Grado (TFG) del Grado en Historia del Arte que cursó en la universidad de Valladolid sobre estas joyas del monasterio toresano. "Yo quería hacer algo del monasterio porque a mí me gusta el monasterio" y, "como no había nada de las sargas", aparte de una publicación de Tomás del Bien y algún escrito sobre ellas en los catálogos de "Las Edades del Hombre" ya que estas telas se llevaron a varias de estas exposiciones, "por ahí fui tirando", reconoce.

La historiadora del arte se centró en el estudio iconográfico de las escenas representadas en las telas toresanas: las escenas, el tipo de representación que se da, el estilo, cuál era su utilidad y con qué fin, el material en el que están confeccionadas,...

Así, De la Iglesia llegó a dos conclusiones principales: las sargas del monasterio toresano se diferencian de otras, principalmente, por su tamaño, más grande de lo que suele ser habitual; además, la colección del Sancti Spiritus también es la más grande conservada en España en cuanto a número de telas.

Estas sargas están datadas entre mediados y finales del siglo XVI y no queda documentación sobre quién las encargó ni dónde se confeccionaron, aunque se sabe que todas salieron del mismo taller, pero no de manos de un único autor ya que "no trabajaba una única persona en ellas", sino que uno se dedicaba a dibujar los rostros, mientras que otro hacía las manos, un tercero podía hacer las cabezas de los caballos y otro, las patas,... explica De la Iglesia.

Correlación entre las piezas

Aunque "están mal colocadas" en cuanto a su disposición cronológica, las siete sargas del Sancti Spiritus guardan una correlación entre ellas.

Todas ellas representan escenas de Pasión y en la Sala Capitular del monasterio pueden apreciarse dos: una que representa el camino al Calvario y otra, relativa a la Crucifixión.

Mientras que en el refectorio están expuestas las cinco restantes: la Santa Cena, el Prendimiento, el Ecce-Homo, la Flagelación, el Descendimiento y la Coronación de espinas.

Hay dos de ellas que tienen "otros rasgos estilísticos más diferenciados": la Santa Cena y el Prendimiento, y la Coronación de Espinas y la Flagelación, que, en ambos casos, se trata de dos sargas unidas que, en total, representan cuatro escenas. Ambas son de estilo flamenco, "pero ya tienen elementos que tienden más hacia el Renacimiento".

Detalle de la sarga que refleja la escena del Prendimiento

Detalle de la sarga que refleja la escena del Prendimiento / C. T.

Todas guardan también un diferente estado de conservación y en algunas se aprecian más claramente los estragos del tiempo. Aunque todas ellas muestran multitud de figuras; en muchos casos, abigarradas, y un minucioso grado de detalle. Ana María de la Iglesia reconoce que una de sus favoritas, precisamente, por su gran detalle, es la de La Lanzada, aquella en la que se representan varios momentos de la Crucifixión en una sola sarga, en la que puede verse, por ejemplo, a Cristo crucificado junto a los dos ladrones, pero también, a Pilatos con los soldados o la escena del desmayo de la Virgen, además de Longinos, y también a los soldados con la esponja de hiel y vinagre.

De la Iglesia, que lleva trabajando en el monasterio desde 2016, donde llegó con motivo de la celebración en Toro de la edición "Aqva" de "Las Edades del Hombre", estuvo dos años desarrollando su Trabajo Fin de Grado, durante los que tenía acceso diario a estudiar, pero también a disfrutar estas maravillas del arte sacro. "Hay muchas veces que, cuando vienen las visitas, me dicen que las monjas no saben lo que tienen". La respuesta de la guía a esta afirmación no es otra que "sí, sí lo saben". De hecho, asegura que las dominicas saben "perfectamente" que las sargas tienen un valor "tanto para ellas como económico". "Saben que no se pueden tocar y creo que solicitaron un permiso para no volver a moverlas más por seguridad", explica De la Iglesia.

En cuanto a los visitantes, la responsable de mostrarles el patrimonio y la historia del monasterio toresano asegura que la mayoría desconoce lo que son las sargas ya que se conservan pocas y, cuando las ven, suelen exclamar "¡menudos tapices!"; "cuando les explicas qué es una sarga y que, por así decirlo, es más barato, que se hace con arpillera,...", llega un punto en el que aluden al tamaño y "les sorprende" que sean de tan grandes dimensiones. "Me gusta mucho, sobre todo, que los visitantes entren sin saber lo que van a ver y se sorprendan de lo que hay dentro", asegura De la Iglesia.

Y es que, debido a que la utilización de las sargas dejó de ser obligatoria desde el Concilio Vaticano II (1962-1965), cuando la misma pasó a ser de elección libre, su uso se fue perdiendo, de forma generalizada, paulatinamente. "Muchas de ellas no se vuelven a poner y se pierden", explica De la Iglesia, quien expone que existe un "pueblecito" en La Rioja en el que siguen poniéndose cuando llega la Semana Santa, "pero se hace por tradición, no por obligación".

En el caso del convento toresano, las sargas se exponen actualmente durante todo el año, "únicamente, para el disfrute de los visitantes". El mismo que experimente Ana María de la Iglesia a diario, cuando abre las puertas de "su" monasterio a sí misma y a los turistas que llegan hasta él y puede explicarles minuciosamente y con todo el cariño que desprende al hablar de ellas, el profundo conocimiento de la historia y los detalles de estas sargas que son únicas y constituyen uno de los muchos tesoros que guarda la Historia de Toro.

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