La cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla ha revivido este domingo la tradicional fiesta del Cementerio o de Difuntos con la solemne procesión que ha recorrido las calles de Toro y la eucaristía oficiada en el camposanto.

Hermanos, abades en ejercicio, responsables de la Junta Pro Semana de Toro o el capellán de la cofradía se congregaron en la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina para iniciar el sobrecogedor desfile procesional por las calles de la ciudad, al que se sumaron autoridades locales y que concluyó en el cementerio municipal.

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GALERÍA | Toro honra a los difuntos M. J. C.

Durante el recorrido, los miembros de la comitiva realizaron una decena de paradas, tanto en la ida como en la vuelta, para rezar otros tantos responsos. Durante el desfile, los escribanos portaron el guion de la hermandad y volvió a sonar el repique de una campana, que recuerda a la que cargaban los postulantes de Ánima s de la Campanilla.

En la procesión, varios cofrades portaron también una corona de rosas moradas, color que, junto con el negro, identifican a la hermandad toresana. Una vez concluida la procesión en el cementerio, el párroco y capellán de la cofradía, Pedro Faúndez, ofició una eucaristía junto al catafalco instalado en la confluencia de varias calles centrales del recinto funerario, misa a la que se sumaron toresanos que también quisieron recordar a sus difuntos.

Momentos antes de comenzar la eucaristía, uno de los abades en ejercicio recordó que, un año más, la cofradía ha cumplido con el “ritual” de celebrar la Fiesta del Cementerio o de los Difuntos el primer domingo de noviembre para “con la alegría que nos distingue a los creyentes, recordar a los hermanos que nos han precedido”, tanto de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla como de la ciudad de Toro.

Una vez concluida la misa, la comitiva que participó en la procesión retornó al templo de salida, en el que los cofrades procedieron a abonar las cuotas correspondientes al ejercicio del 2021. La tradicional Fiesta del Cementerio tiene su origen en el principal fin de la cofradía: rogar por las almas de los hermanos difuntos.