Pendientes del cielo. Así vivirán las bodegas y viticultores de la zona los próximos 30 o 40 días, porque van a ser "determinantes" para la próxima campaña de vendimia y porque son conscientes de que si no reaparecen las lluvias, la persistente sequía podría provocar una merma de la cosecha de uva que frenaría, en parte, las expectativas de crecimiento que se ha marcado la Denominación de Origen Toro. El presidente del Consejo Regulador, Felipe Nalda, reconoció que la sequía no está favoreciendo la maduración de la uva que, en la actualidad, se encuentra en pleno proceso de envero, aunque confía en que la situación pueda revertirse, para lo que será necesario que, en los días que restan hasta el inicio de la vendimia, se registren lluvias para que alivien el déficit hídrico que sufre la planta.

En este punto, reconoció que las precipitaciones también contribuirían a que el fruto gane peso, ya que su tamaño a pocas semanas del inicio de la vendimia es inferior al que debería haber alcanzado durante el envero. Aunque el presidente del ente regulador reiteró que "es pronto" para hacer una estimación sobre la cosecha de uva que podría recogerse en los municipios amparados por el sello de calidad toresano reconoció que "no sería bueno" que la producción se redujera, ya que frenaría en parte las expectativas de crecimiento que, a corto plazo, se ha marcado la Denominación de Origen. En la misma línea, viticultores de Morales de Toro recuerdan un antiguo refrán, "El tiempo lo lleva y lo trae", para referirse a la necesidad de que, en la zona, se registren lluvias, lo que permitiría que el fruto gane peso y calidad. De hecho, reconocieron que, si persiste la sequía, la cosecha podría reducirse este año hasta un 20% respecto al último lustro, ya que se aprecian pocos racimos en las cepas que, además, portan bayas pequeñas. Asimismo, subrayaron que, cuando en un año como el pasado en el que las viñas "echan" muchos racimos, al siguiente la planta "se retrae" y el volumen de kilos que aporta es inferior.