Pocos recordaban la coronación canónica de la Virgen del Canto celebrada en 1954. En un sencillo, pero emotivo acto, los toresanos y vecinos de otros municipios del Alfoz conmemoraron ayer el 60º aniversario de esta coronación canónica de la patrona. Arrodillados frente a la venerada imagen, el alcalde de Toro, Jesús Sedano, el presidente de la cofradía, Emeterio Misol y la presidenta de las Damas de la Corte, Mª Ángeles García, en representación de todos los devotos de la Virgen del Canto, escucharon con atención las palabras del párroco local, Roberto Castaño, sobre la renovación de "los compromisos, votos y patronazgo".

Castaño recordó que "son innumerables los prodigios que ha obrado la Reina de los Ángeles María Santísima del Canto en todas las épocas, desde su sagrada aparición en esta ciudad" y que "es tal la protección y ayuda que hemos experimentado de Nuestra Madre en tiempo de penuria y bonanza" que, "venimos a renovar y renovamos los compromisos, votos y patronazgo que desde tiempo inmemorial esta tierra mantiene con tan excelsa señora". Además, resaltó que el 5 de septiembre de 1954 se celebró en la ciudad el "solemne y multitudinario" acto de coronación canónica de la Virgen del Canto, "de cuyo recuerdo, seriedad y hondura religiosa, son muestra las coronas que ofrendaron nuestros antepasados". Acto seguido, el alcalde, el presidente de la cofradía y la responsable de las Damas de la Corte, rubricaron el documento leído por el párroco, quien también estampó su firma, en representación del Cabildo Eclesiástico. La coronación canónica de la patrona celebrada en 1954 tuvo lugar durante la tradicional novena que, cada año, se celebra en su honor durante el mes de septiembre.

Las nuevas coronas de la patrona fueron impuestas por el entonces Obispo de Zamora, Eduardo Martínez González, coronas que realizó el orfebre madrileño Lucas Cuyaubé con el oro y los donativos recogidos en el Alfoz y la provincia. Para este acto de coronación canónica, celebrado hace 60 años, la imagen de la Virgen fue trasladada en rosario de la aurora desde la Colegiata hasta la plaza de San Agustín, donde fue instalado un altar y, tras su coronación canónica, la imagen retornó por la tarde a la Colegiata, templo en el que, de forma extraordinaria, ese año se celebró el novenario.

Al margen de la conmemoración de este aniversario, los toresanos renovaron también su fe y fervor religioso hacia la imagen de su patrona, después de escuchar la homilía del párroco local durante la misa. Castaño invitó a los devotos que se congregaron en el interior de la ermita a "contemplar" la imagen que, como recordó, fue realizada en piedra, un material de gran dureza que "refleja nuestra vida, que a veces es dura y complicada", aunque también simboliza el trabajo de sol a sol en las tierras toresanas, la enfermedad, los problemas económicos o los de "aquellas familias que se rompen".

Acto seguido, el sacerdote pidió a los feligreses que se fijaran en la dulzura de la mirada de la Virgen que "destila maternidad", a la vez que resaltó que la patrona ofrece a los toresanos "lo que tiene", en referencia a su hijo y, que incluso, con su mano derecha, indica que hay que seguir al "fruto de sus entrañas". Por su parte, como indicó Castaño, el niño que la Virgen sujeta en su regazo "está en actitud de levantarse", lo que indica que "la vida no puede ser estática y nos pide que caminemos para conseguir un mundo mejor". En este análisis de la venerada imagen, el sacerdote destacó que la Virgen del Canto sostiene en una de sus manos un rosario que "el niño engancha por una de sus cuentas", gesto que "simboliza la oración" y subrayó que "un pueblo que no reza va perdiendo sus raíces y su fe". Por último, recordó que las coronas que portan la Virgen del Canto y su hijo "son para nosotros un signo de orgullo" porque, hace 60 años, "ofrecimos lo mejor que teníamos", aunque invitó a los feligreses a contemplar las coronas y recordar que "la mejor joya que tiene María es el amor e sus hijos ".