Nueva piel para la Verónica
La imagen de Ramón Álvarez y la mesa, que estrena estructura interna de aluminio, restauradas en su totalidad
El paso de la Verónica ha sido sometido a una restauración integral. Desde la imagen hasta la propia mesa que ha cambiado su estructura interna por el aluminio.
El agua que empapó la mesa el pasado año en la panera de la Junta pro Semana Santa deterioró tanto los barnices de algunos de los paños, otros los abombados e incluso dañó el suelo. La restauración "era necesaria", dice el ebanista Javier García de Castro.
Una vez concluido el proceso a primera vista lo que llama la atención es el color de la mesa. El altillo es de nogal español y "aplicaron, en la parte de abajo, una tintura, que se había ennegrecido y oxidado", precisa el profesional que han desmontado la totalidad de la mesa para ponerla a punto.
Entre las singularidades destacan unos altos relieves tallados por Julián Román "Alito", donde reprodujo La Elevación, Redención, La Caída y La Desnudez. En el caso de los paños "los había dañados por el agua e incluso algunos seccionados… y se han recompuesto, se han limpiado y se les ha dado ceras naturales".
La Cofradía de Jesús Nazareno también ha cambiado la estructura interior de madera por aluminio porque "estaba curvada en el centro y con la humedad se acentuó".
El suelo tenía "la parte de aglomerado, que estaba mal, y se ha eliminado completamente" y en esas zonas "se ha dejado el aluminio y se ha pintado negro color mate", una zona oculta bajo el manto de flores. En el altillo, el cartón prensado existente se ha reemplazado "por madera de cedro", explican fuentes de la cofradía que indican que los cargadores probaron la estructura de aluminio y "se hicieron modificaciones antes de concluirla".
Respecto a la imagen de Ramón Álvarez, el rostro presentaba unos barnices "un poco oscurecidos y los ojos de cristal con poco brillo", por lo que Patricia Ganado ha efectuado una limpieza ligera "no muy profunda para que no se note en exceso", puntualiza la experta.
En cuanto a las manos, que se manipula mucho más, la restauradora encontró mucha más suciedad y a mayores, un dedo se rompió en el desmontaje. Era una falange, que tiempo atrás, "se había roto por lo que era muy frágil" y otro tuvo que romperlo porque "estaba mal ensamblado".
Los dos apéndices de la extremidad superior derecha los ha adherido con una cola blanca, los ha unido ejerciendo una presión y los ha pintado con pinturas al agua.
Además, uno de los pies tenía "una grieta por el movimiento del baile", por ello reforzaron la peana por debajo y la encolaron al igual que la hendidura.
La profesional ha situado un refuerzo de hierro entre el bastidor y la peana, de tal forma que la imagen tiene "un tercer punto de anclaje para evitar que la imagen se mueva hacia atrás", precisa Ganado que indica que buscaron "sin éxito" en el interior de las piezas la firma de Ramón Álvarez.
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