Una docena de hermanos se afanaban en trasladar los bancos que habitualmente pueblan la nave central del templo de San Vicente a la capilla de Nuestra Madre. Con orden y la pericia de la experiencia, estos hombres, observados atentamente por un muchacho, encaraban a última hora de la mañana de ayer los quehaceres necesarios para que el Cristo de la Buena Muerta pudiera dejar su templo con la medianoche y recorrer las calles de calles de Zamora

Cubren el suelo de San Vicente con largas lonas ignífugas para evitar que el encendido de las teas dañe la piedra. Con todas las láminas ya situadas, los más veteranos toman al crucificado, como si no pesara, y lo mueven desde la capilla de la Virgen de Fátima, donde se encontraba desde la conclusión del triduo, hasta el presbiterio.

Los cargadores más jóvenes observan con respeto y en silencio las maniobras de sus compañeros, de sus hermanos. "En estos momentos piensas que ojalá que estemos todos aquí el próximo año para volver a hacerlo juntos nuevamente", confiesa Félix Gómez Izquierdo quien asiste a estos preparativos desde que contaba con "unos cinco años" y que ahora lleva el Cristo con la mano "lo que es mucho más complicado".

"Se trata de un ritual", explica Ángel Hernández Álvarez que carga desde hace más de 40 años el Cristo, realizado por Ruiz de Zumeta. El veterano hermano de paso, que soporta con sus hombros el peso de la talla, trae a la memoria a Santiago Gallego Madrid. "Era el más veterano de los que ayudábamos a la directiva, tanto que hasta que lo llamábamos la Abuelía", comenta con cierta tristeza. "Los preparativos son la esencia de la Semana Santa y para mí, como semanasantero, son los mejores momentos de estos días de la Pasión", explica el abad de la Buena Muerte, Félix Gómez, quien puntualiza: "Supone el inicio de la cuenta atrás para la salida".

En el local parroquial se encuentras almacenadas las teas y las inspeccionan. "Están todas", dicen. En el exterior comienza a llover, pero los hermanos prosiguen con los últimos flecos. "La lluvia respeta a la Buena Muerte", asevera Juan Ramos que porta una de las banderas durante el desfile procesional.

Las cruces y las banderas están situadas cerca del Cristo, adornado con un centro de flores, y algunos le rezan. Nuevamente le volverán a orar durante la procesión.