El Vía Crucis de Rabanales, los Nazarenos de Fuentesaúco, las ceremonias del Descendimiento de Bercianos de Aliste y Almeida de Sayago o el traslado del Bendito Cristo a cargo de los mozos en Faramontanos de Tábara constituyen formas de expresión de la religiosidad popular que se han tomado como referencia entre las múltiples manifestaciones de la Pasión en el medio rural para sustentar la futura declaración de la Semana Santa como Patrimonio Cultural Inmaterial.

El expediente incoado por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura cita expresamente varias celebraciones en la provincia de Zamora -entre otras muchas de la geografía nacional-, para determinar la protección de la Semana Santa en España. Se precisa la diferencia entre las celebraciones urbanas y las rurales, en su conjunto una gran diversidad de manifestaciones por todo el territorio español con "ciertos valores culturales y sociales" que hacen recomendable el reconocimiento.

Argumenta la resolución del Ministerio de Cultura que en el ámbito rural "pervive una mayor cantidad de tradiciones que en el urbano, donde las manifestaciones cambian a mayor velocidad". Las de los pueblos "son en general más participativas que las urbanas, y es la población en conjunto, y no personas o cofradías individuales, quien lleva a cabo las recreaciones".

Desde época medieval, las celebraciones de Semana Santa "han funcionado como formas de expresión de la religiosidad popular, así como referentes identitarios, no sólo para el mundo católico, sino para gran parte del conjunto de la población y para las comunidades implicadas, que han convertido a la Semana Santa en un fenómeno plural en el que participan todos los géneros y capas sociales, en muchos casos al margen de la práctica religiosa".

Entre los elementos más característicos destacan las procesiones cuya participación "es habitualmente masiva, pues implica tanto a cofrades como a habitantes de los municipios o a espectadores ajenos y turistas", destacando también la implicación que pasa de padres a hijos como demuestra el hecho de que "son muchas las familias que participan al completo en las procesiones". Un hecho evidente en Zamora capital.

Otro elemento singular son los penitentes, que en su origen cumplían el castigo impuesto por los pecados cometidos el resto del año. También las Pasiones Vivientes, muy presentes en varios pueblos de Zamora, que representan en vivo algunas escenas de la Pasión de Cristo. Destacan igualmente los Vía Crucis, representación de los episodios vividos por Jesucristo "desde la oración en el huerto hasta su resurrección, pasando por la traición de Judas, las condenas a muerte o la crucifixión". Entre estas celebraciones, el expediente incoado por el Ministerio de Cultura destaca el Vía Crucis de Rabanales, junto a otros de Castilla y León como los de Santa Cristina de Valmadrigal (León), Montealegre (Valladolid), Lastras de Cuéllar (Segovia) o Villoria (Salamanca).

Entre las escenificaciones concretas en la Pasión de los pueblos zamoranos el expediente para la declaración de la Semana Santa como Patrimonio Cultural Inmaterial destaca la procesión de los Nazarenos de Fuentesaúco en la tarde del Jueves Santo; la escolta de los mozos del Bendito Cristo el Jueves Santo en Faramontanos de Tábara; o ceremonias del Descendimiento como las que tienen lugar en Bercianos de Aliste el día de Viernes Santo, o el que se celebra en Almeida de Sayago.

Como parte del conjunto de la Semana Santa se citan los rituales profanos. "La combinación del poder celeste y terrenal es constante a lo largo de estos días. Son muy populares los momentos en que, reproduciendo el pasaje evangélico de Barrabás, se concede la libertad a un preso". En otros lugares, como en ciertos municipios de la provincia de Zamora, se reproducen otros rituales "más relacionados con la naturaleza": se guardaban cruces hechas con ramas de laurel el Domingo de Ramos, se bendecían las tierras con ramitas o las casas y cuadras con hisopos el Sábado Santo. Existían, además costumbres agrícolas "como la de sembrar las primeras patatas y garbanzos la mañana de Jueves Santo para que fueran mejores, o la de realizar los hombres nueve surcos en el campo ayudado con una pareja de animales".

En este periodo de recogimiento y penitencia también hay lugar para juegos tradicionales como el ondeo de banderas, apuestas y chapas. Y la alimentación tiene también su singularidad con una gastronomía específica para esta época como los potajes de vigilia, sangrías, limonadas, hornazos ?

El expediente que llevará a la protección de la Semana Santa destaca también la evolución de las cofradías que en los últimos años han experimentado "una apertura a la participación de la población femenina y de la sociedad general, funcionando como agentes de transmisión de todos los conocimientos y prácticas relacionadas con la Semana Santa, a través de escuelas no formales, influyendo de esta forma en el ciclo anual, pues desarrollan su actividad a lo largo de todo el año, y no solo en el periodo pascual". Como muestra de su enorme importancia, cabe destacar que en la actualidad existen aproximadamente "tres millones de cofrades, repartidos entre alrededor de 10.000 cofradías por todo el territorio nacional".

Y para respaldar esa declaración de Patrimonio Cultural se destaca la "trascendencia internacional" de la Semana Santa. La de Zamora capital está declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, Bien de Interés Cultural y candidata a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.