Las altas temperaturas que estamos soportando durante este verano hace que la piscina sea uno de los lugares más frecuentes para refrescarse y aliviar el calor.

Piscinas que en la mayoría de los casos utilizan el cloro como forma de mantener en un estado óptimo este tipo de instalaciones. 

Sabemos que el cloro, sobre todo los altos niveles de esta sustancia, afecta a la piel, al pelo y a los ojos.

Pero lo que probablemente muchos desconozcan es que este químico también puede alterar la salud de la boca y los dientes.

Esta sustancia química es utilizada para evitar la proliferación de microorganismos y bacterias.

Sin embargo, el problema que existe entre el cloro y los dientes es la diferencia en cuanto al nivel de pH. En las piscinas el nivel de pH se suele situar entre el 7,2 y el 8, mientras que en la boca se sitúa entre el 6,5 y el 7.

“En muchas ocasiones se utiliza un elevado componente de cloro para mantener el pH de las piscinas. Cuando esto sucede, los elementos químicos que tiene el agua pueden erosionar la capa de esmalte de los dientes, volviéndola más fina, lo cual es un riesgo para la salud bucodental”, señala la doctora Berta Uzquiza, odontóloga responsable de Innovación y Calidad Clínica de Sanitas Dental.

Esta sustancia química es utilizada para evitar la proliferación de microorganismos y bacterias. Eugene Hill FREEPIK

¿Qué problemas crea el cloro en los dientes?

Ante esta situación, Berta Uzquiza detalla las enfermedades más comunes que puede provocar el cloro en la boca y en los dientes:

- Aparición de sarro: exponerse a un pH mayor al natural en el agua ayuda a que el sarro se almacene con mayor facilidad en los dientes, lo cual provoca que estos se decoloren o aparezcan manchas de color amarillo o marrón. 

A esto se le conoce como “sarro del nadador” y puede originar problemas en las encías como periodontitis o halitosis. Es más probable que ocurra en nadadores de alto rendimiento.

- Erosión dental e hipersensibilidad: Pasar demasiado tiempo en contacto con el cloro suele debilitar el esmalte dental, lo cual puede provocar erosiones.

Y, por ende, hipersensibilidad, ya que esa erosión vuelve más fina la capa de esmalte debilitando la defensa natural de los dientes.

- Gingivitis: Los componentes químicos que forman el cloro hacen que las proteínas de la saliva se descompongan.

Por lo tanto, los depósitos orgánicos aparecen con mayor frecuencia en la dentición, lo que hace que aparezca gran cantidad de sarro que ocasiona la hinchazón de las encías.

- Mayor riesgo de caries: Otro de los daños que puede producir el cloro es lo que los especialistas llaman ‘efecto secante’, que logra reducir la cantidad de saliva. 

Un efecto que, sumado a la erosión del esmalte, aumenta considerablemente el riesgo de aparición de caries.

El problema del cloro es la diferencia del nivel de pH que tienen las piscinas y el que hay en nuestra boca.

Cómo prevenir los efectos del cloro

Aunque los problemas citados afecten en mayor medida a nadadores profesionales que a los bañistas ocasionales, los expertos de Sanitas Dental detallan asimismo una serie de consejos para cuidar la salud bucodental frente al cloro:

  • Controlar el nivel de pH y de temperatura del agua.
  • Beber agua después de cada baño.
  • Rebajar el consumo de hidratos de carbono y alimentos que contengan azúcar.
  • Cepillarse los dientes con una pasta dental fluorada.
  • Dar preferencia a las piscinas de agua salada.
  • Realizar revisiones odontológicas de manera eventual para chequear el estado del esmalte.