Una lengua sana no molesta. Ante cualquier molestia que dura unos días conviene siempre preguntar y el profesional más indicado es el odontólogo. No siempre es fácil ver lesiones ya que, si bien lo que llamamos el dorso lingual es muy accesible, las otras zonas de la lengua como los bordes (sobre todo la zona posterior) o la parte que está abajo, la cara ventral de la lengua, son más difíciles de ver.

"Pero cuidado, no debemos obsesionarnos con la lengua puesto que fácilmente puede molestar si estamos haciendo movimientos "no normales" con ella: frotándola contra los dientes, estirándola para verla, etc", advierte en una entrevista la presidenta de la de la Sociedad Española de Medicina Oral (SEMO), la doctora Rocío Cerero Lapiedra.

Recuerda en este sentido la profesora de la UCM que la lengua es fundamentalmente un músculo que está recubierto por una capa de revestimiento mucoso, como el resto de las partes de la boca, pero se diferencia del resto porque tiene a las papilas linguales.

Las bacterias que cuidan de nuestra boca

En este contexto, la presidenta de la SEMO resalta que la cavidad oral está llena de microorganismos, la mayoría de ellos son "poblaciones comensales" que tienen una relación con el huésped basada en beneficios mutuos, como es el no causar daños a nivel oral, y el mantener a las especies patógenas a raya al no permitir que se adhieran a las superficies mucosas compitiendo con ellas.

"La lengua con más motivo al poder albergar microorganismos en sus surcos. Por lo tanto, no es malo que haya diferentes microorganismos, lo malo es que se rompa el equilibrio entre ellos. En ese sentido, la existencia de la saliva es fundamental", aclara la doctora Cerero.