La reina Victoria Eugenia de Battenberg, era nieta de la reina Victoria de Inglaterra. Su espectacular belleza enamoró al rey de España, Alfonso XIII, que contrajo matrimonio con ella el 31 de mayo de 1906, a pesar de los muchos inconvenientes que suponía aquella unión. La princesa inglesa era anglicana, no era bien vista por la madre del rey y llevaba en su sangre la peligrosa herencia de la hemofilia.

El escollo religioso fue solventado con la abjuración de Victoria Eugenia del protestantismo, de la enfermedad de la hemofilia el rey no quiso ni oír hablar de ello, y la reina madre, María Cristina, tuvo que aceptar la decisión de su hijo el rey.

El matrimonio de Alfonso XIII con Victoria Eugenia no pudo empezar peor. El día de la boda sufrieron un terrible atentado a manos del anarquista Mateo Morral. A pesar de que la bomba no alcanzó a la pareja real, mató a varios de los miembros del séquito e hirió a otros muchos.

El 10 de mayo de 1907, la reina Victoria Eugenia daba a luz a su primogénito, Alfonso de Borbón y Battenberg, que sería Príncipe de Asturias, pero que pronto se descubrió que había heredado la enfermedad de la hemofilia. Alfonso XIII aceptó muy mal la noticia y a partir de entonces comenzó un alejamiento de la reina, dando comienzo a relaciones extraconyugales.

El príncipe Alfonso fue bautizado seis días después de su nacimiento con agua del río Jordán, siendo padrinos la reina madre María Cristina de Habsburgo y el Papa Pío X representado por el Cardenal Rinaldi.

El príncipe Alfonso tuvo una salud muy frágil durante toda su vida, a causa de la hemofilia. Tuvo una formación insuficiente y dificultades para desarrollar las funciones públicas como heredero de la Corona a causa de las crisis generadas por su enfermedad.

Cuando fue proclamada la Segunda República, tuvo que ser ayudado a abandonar el Palacio Real de Madrid porque no podía andar (tenía 23 años); viajó con la familia hasta Francia. Mientras estaba convaleciendo en una clínica de Suiza, se casó con una mujer cubana, Edelmira Sampedro. Como ella no pertenecía a ninguna familia real, su padre, el rey Alfonso XIII, le pidió que renunciara a sus derechos sucesorios por escrito que firmó en Lausana el 11 de julio de 1933. Desde entonces, Alfonso utilizó el título de “Conde de Covadonga”. No tuvieron descendencia y Alfonso y Edelmira terminaron divorciándose en La Habana el 8 de mayo de 1937.

Alfonso de Borbón y Battenberg volvió a contraer matrimonio, civilmente, en la Embajada de España en La Habana el 8 de julio de 1937, con Marta Esther Rocafort, también de nacionalidad cubana. Tampoco tuvo hijos de su segundo matrimonio porque era incapaz de tener descendencia, al haber quedado impotente tras una operación urológica sufrida antes del primer matrimonio.

Alfonso pasaría la mitad de su vida de treinta y un años en cama, internado en hospitales y con operaciones dolorosas. En 1938 sufrió un accidente de automóvil en Miami al salirse de la calzada el vehículo que conducía y chocar con una cabina telefónica. Aparentemente, no tenía importancia el golpe, pero una hemorragia interna no pudo cortarse por la hemofilia que padecía, falleciendo en el hospital el 6 de septiembre de 1938.