Javier Santacruz Cano es doctor en Economía, profesor universitario y colaborador en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales. Además, desciende de un pueblo de la provincia de Toledo y dedica sus fines de semana a la agricultura, por lo que conoce de primera mano el medio rural y los efectos de la despoblación en provincias similares a la de Zamora. Este viernes, 28 de octubre, será uno de los ponentes en el foro “Razones para quedarnos”, que organiza LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA a las 11 en el salón de actos del Seminario de San Atilano.

–¿Qué efectos perjudiciales tiene para la economía de un mes la despoblación de sus zonas rurales y el envejecimiento de la población?

–El envejecimiento es al mismo tiempo un problema y una oportunidad, puede ser un aliciente para cambiar nuestras estructuras productivas y las políticas públicas para convertirnos incluso en una potencia que sepa aprovechar el talento sénior, las carreras laborales serán cada vez más largas y eso nos da la posibilidad de acumular capital y conocimiento a lo largo del tiempo. Sin embargo, el fenómeno de la despoblación es un problema de primera magnitud porque lo que estamos haciendo es descapitalizar la economía, es decir, que haya amplias zonas con una densidad de población muy baja, que desaparezcan núcleos poblacionales y se abandonen explotaciones agrarias y actividades industriales. La descapitalización empieza por ahí y detrás viene que el gasto público tenga que ser estructuralmente mayor para prestar los mismos servicios; o se gasta más o no se prestan adecuadamente, como ya pasa en muchos territorios, y eso supone una pérdida de derechos y libertades para una parte de los ciudadanos. Por otro lado, esto genera una presión enorme sobre las grandes ciudades por la acumulación tanto de personas como de empresas en núcleos bien conectados; la urbanización es un fenómeno que comenzó hace 200 años, pero cuando se producen grandes picos de migración hacia las ciudades se convierte en una fuente de riesgos a corto y medio plazo, como hemos visto con la pandemia y lo estamos viendo todos los días con los servicios públicos y la concentración de empresas e instituciones. Por tanto, el envejecimiento puede ser una oportunidad para hacer reformas, y además tiene fecha de caducidad, pero la despoblación sí es un problema contra el que hay que ir de frente.

–Habla del envejecimiento como una oportunidad para aprovechar el talento sénior, sin embargo, en España parece que es imposible cambiar de empresa con más de 50 años o encontrar trabajo si te quedas en paro a esas edades.

–España está yendo en contra de reconocer el fenómeno de que vidas cada vez más largas comportan carreras laborales cada vez más largas. No se puede pensar que cuando alguien llega a los 50 años ya está agotado, y cuando llega a los 55 lo que quiere es la prejubilación. Hay sectores donde es necesario que eso se produzca por decisión propia del trabajador, pero hay otros en los que no, y no tiene sentido que existan cláusulas de jubilación forzosa. Que en España funcione tan mal el modelo de la jubilación activa es un drama, y por mucho que se ha querido hacer en los últimos años no se ha logrado un modelo de adaptación y de ir cambiando la política pública. En cambio, lo estamos planteando como una lucha entre generaciones, los que quieren entrar en el mercado laboral y los que quieren salir, y así no solo no estamos resolviendo nada, sino que el problema lo vamos a hacer mayor.

–Además, empujando a la gente a la jubilación estamos agravando el problema de la sostenibilidad de las pensiones públicas.

–Totalmente, es uno de los problemas más graves que tenemos, no solo porque el gasto se incremente mucho, sino también por la pérdida de capitalización del mercado. Estamos perdiendo capital humano porque hay gente que se jubila, o bien de forma forzosa, o bien porque no le estamos dando los incentivos para que puedan seguir trabajando unos años más. El mercado laboral no es un juego de suma cero, no tienen que salir unos cuantos cuando cumplen los 66 para que haya hueco para los jóvenes; es perfectamente posible que en el mercado laboral en España entren más trabajadores jóvenes sin que salgan tantas personas que tienen talento y experiencia. No lo estamos haciendo bien porque la gente tiene un incentivo muy grande para jubilarse, ya que todos tenemos en el subconsciente que el que se jubile hoy lo hará en mejores condiciones que el que se jubile dentro de dos o tres años.

–¿Son conscientes las poblaciones urbanitas de que la despoblación del medio rural es un problema para todo el país, que también perjudica al que vive en la ciudad?

–No se ha hecho suficiente pedagogía. Cuando se empezó a hablar de despoblación rural hace unos años las miradas giraron hacia la problemática del interior de España, sin embargo, nadie hasta ahora ha hecho un discurso claro sobre los riesgos económicos y sociales que tiene la enorme concentración tanto de población como de actividad económica en las grandes ciudades. Lo que se ha hecho es un ataque interno por parte de aquellos que creen que las ciudades son grandes aspiradores en este proceso, ataques por ejemplo a la capitalidad de Madrid, a la capitalidad de Barcelona o a la capitalidad de Sevilla hace años, pero no ha habido un debate serio en este aspecto. Pero estas grandes ciudades no compiten con los territorios despoblados por atraer gente y empresa, compiten con otros territorios muy poblados. Madrid compite con una fiscalidad baja, pero las empresas que han movido a Madrid no vienen de Castilla y León, vienen de otras zonas con modelos fiscales agresivos. Por eso la variable fiscal es una de las más importantes a la hora de atraer población y generar economías de escala suficientemente diversificadas. No hay que convertir esto en un enfrentamiento entre el campo y la ciudad, o entre las provincias despobladas y las más pobladas.

–Quizás la gente no se va de Zamora a Madrid por la fiscalidad, pero sí para encontrar mejores trabajos.

–La movilidad más importante es entre los estudiantes universitarios. Sin embargo, en todos los estudios técnicos, la Formación Profesional, ese fenómeno es muy limitado. Y esa es una de las vías por las que hay que profundizar.

–¿Defiende una fiscalidad diferenciada para provincias como Zamora?

–Sin duda. En el primer papel que publiqué sobre despoblación lo que hice fue trasladar a España el modelo que ha sido tremendamente exitoso en otros países a nivel global que es el de las Zonas Económicas Especiales. Viene a ser la evolución de las zonas francas, es un marco de seguridad jurídica plena, no generan un escenario de competencia entre territorios y es la fórmula más exitosa para el desarrollo económico. En las “highlands” escocesas se consiguió así revertir la despoblación en unos 15 años. Es necesario hacer un paquete completo y no pequeñas rebajas puntuales, y para que la Unión Europea apruebe esa diferenciación la propuesta debe incluir no solo la fiscalidad, sino también de los servicios públicos, y un cálculo detallado del coste de ambas cosas. El problema es que los gobiernos suelen ver el coste en términos de recaudación y no los beneficios a largo plazo, por eso han tomado una medida muy limitada y solo en tres provincias, cuando por ejemplo Zamora tiene un problema mayor. Una rebaja de cinco puntos en las cotizaciones a la Seguridad Social sí puede atraer a algunas empresas porque las cotizaciones, junto con la energía, son de los mayores gastos que afrontan las empresas, pero no generará un efecto suficiente como para que eso se consolide a medio plazo. Estamos ante la oportunidad de plantear un modelo integral, que va a ser incluso menos costoso en términos de recaudación, y que ha tenido y sigue teniendo éxito en las zonas donde se implanta.

–¿A qué se refiere incluir los servicios públicos en estas Zonas Económicas Especiales?

–Me refiero a la igualdad de acceso a los servicios públicos, a establecer un estándar común en materia de servicios básicos esenciales. Pero especialmente me refiero a especializar la educación mediante universidades laborales o centros de formación profesional muy especializados en sectores donde ese territorio destaque o tenga una capacidad de poder ser bueno. Ese grado de especialización va a generar movimiento poblacional, eso fue lo que pasó con mucha gente del mundo sanitario cuando se creó en Toledo el Hospital Nacional de Parapléjicos, cuando Toledo capital tenía entonces un problema de pérdida de población.