Zamoreando

Llevan razón

Y al que le toque sufrir la invasión de tractores, que se aguante

Tractorada en la N-122

Tractorada en la N-122 / Ch. S.

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Me gustaría saber del campo y sobre el campo, lo que saben esas dos enciclopedias llamadas Irene y Celedonio, para poder escribir con argumentos válidos y firmes, en lugar de, simplemente, sustentar mi artículo en el apoyo y el ánimo que precisan nuestros agricultores frente a la crisis, las políticas europeas que los marginan y arruinan y todo lo que ha provocado el malestar generalizado del mundo del agro. Llevan razón. Continuar con el calendario de actuaciones previstas, es decir, con la tractorada, es, desgraciadamente, la única forma de hacer visible su malestar. Sus puestos de trabajo están en la cuerda floja.

Sus reclamaciones no son disparatadas. Los actuales problemas del campo están relacionados con las desastrosas consecuencias de la sequía (se anuncian lluvias en el horizonte del ecuador de la semana), la guerra de Ucrania que todo lo ha desbaratado y una más que necesaria simplificación y flexibilidad de la PAC, amén de otras cuestiones que afectan por igual a su futuro. La Unión Europea ayuda poco. Sus constantes acuerdos con países terceros están poniendo en grave riesgo la supervivencia del campo español. Supongo que a belgas, franceses, portugueses e italianos les ocurre otro tanto de lo mismo.

No se están cumpliendo las normativas internas de la UE. Las importaciones de terceros países representan una contradicción, una competencia desleal que pone en jaque la viabilidad de miles de explotaciones en España y supongo que también en otros países en los que los agricultores no han dudado en echarse a la calle para hacer lo que ya no admitía más demora: protestar. Y si de prácticas desleales hablamos que, de una vez por todas, modifiquen y amplíen la Ley de la Cadena Agroalimentaria. Se mire por donde se mire y se coja como se coja, es urgente y necesaria una actuación en profundidad que termine con este estado de cosas lamentables que han logrado acabar con la paciencia de los agricultores.

En Francia parece que se está reconduciendo la situación. Hay prisa por acabar con el espectáculo sobre ruedas que ofrecen todos los tractores, en fila india, ralentizando la circulación. No nos rasguemos las vestiduras tan pronto. Yo también lo he sufrido y lo doy por bien empleado, porque como al campo le pongan el candado, nos morimos de hambre. Parece que ya no nos acordamos de su sacrificio durante la pandemia. No hubo un triste aplauso para quienes no dejaron de cultivar, para quienes no dejaron de ordeñar, para quienes fueron el sustento de nuestra despensa. No sólo a base de papel higiénico logramos resistir. De nada nos hubiera servido si no hubiéramos tenido que llevarnos a la boca.

Y al que le toque, a mí ya me ha tocado, sufrir la invasión de tractores en las vías de comunicación, que se aguanten y se pongan en la piel de los agricultores. No pueden permitir que por intereses políticos traten de poner puertas al campo, en el sentido más agrícola de la expresión. Llevan razón, toda la razón del mundo.

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