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Zamoreando

Carmen Ferreras

Es el camino

Con esta expulsión, los Cubicularios pasan página, refuerzan la cofradía

Después de muchos meses de tolerancia y paciencia, de innumerables buro-fax que nunca fueron recogidos por su destinatario y de muchas peticiones razonadas, a la Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano no le ha quedado otra que expulsar de la Cofradía al ya depuesto del cargo, el anterior presidente Francisco Javier García Faria. La exquisitez con la que en todo momento ha actuado Sergio López Ros, presidente de la Junta Gestora, es digna de encomio. Y eso, a pesar de los constantes agravios y perjuicios epistolares con los que el recién expulsado contestaba a los requerimientos de la cofradía.

La situación en la cofradía era insostenible. Las ausencias, cuántas de ellas con baja incluida, eran ya insoportables. La utilización de instituciones y personalidades para provecho y lucimiento propio eran palmarias. El malestar continuado. Pero, para hacer lo que hizo Francisco Gustavo Cuesta de Reyna, que nunca estuvo solo, había que derrochar valentía, sentido del deber y pundonor. “Las tensiones en las Cofradías de esta raíz suelen proceder de la soberbia o falta de humildad y caridad disponible y comprensiva”. La apreciación es de Monseñor Delicado Baeza”.

Aquellos presidentes de cofradías que llevan anclados, décadas y más décadas, al frente de estas congregaciones, creyendo que son sus herederos natos, cerrando el paso a cualquier atisbo de renovación, actuando desde la prepotencia deben ir haciéndose a un lado y dejar despejado el camino para otros cofrades. Y porque muchos años al frente de estas corporaciones, crean servidumbres no deseadas. Los ‘contubernios’, si se me permite la expresión, y no precisamente judeo-masónicos, han estado a la orden del día en algún tiempo y entre algunas personas.

El cambio que se hace urgente es cosa del Obispado que está en la obligación de aplicar el Estatuto Marco y conjuntamente con Cofradías y Hermandades velar para que cumplan con la normativa canónica. No se puede ni se debe ir por libre cuando unas y otras tienen la enorme responsabilidad, tantas veces olvidada, de ser un instrumento importante en la evangelización actual donde la piedad popular está llamada a facilitar el encuentro con Dios. Porque ser parte de una hermandad o de una cofradía no es una cuestión de tradición o meramente cultural, como piensan algunos.

En cuanto a la Cofradía de Caballeros Cubicularios se ha actuado en todo momento de forma absolutamente legal, haciendo lo que quizá, ante las reiteradas denuncias, se debería haber hecho para así evitar apropiaciones indebidas. Y Dios libre a los que manejan los destinos de estas corporaciones, de utilizar los recursos en beneficio propio.

Con esta expulsión, los Cubicularios pasan página, refuerzan la cofradía y le dan el sentido que, a lo largo del largo mandato de García, había perdido por completo, sumiéndose en una extraña corporación que no cumplía los fines que ahora pasan a ser objetivo prioritario.

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