La Opinión de Zamora

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Manuel Antón.

Bolardos mil en Zamora

El exceso de obstáculos entorpece la circulación en las calles de la ciudad

Instalación de bolardos en la calle Zamora CLAUDIO F. DE LA CAL

Hace unos años, concretamente en 2017, a poco de tener lugar los atentados yihadistas que sembraron el pánico en toda la sociedad (el acaecido en Las Ramblas de Barcelona marco un antes y un después en España) el Ayuntamiento de Zamora, como hicieran muchos más, se planteó blindar sus zonas peatonales con bolardos y otros sistemas de obstaculización del paso de vehículos, para proteger a los viandantes de posibles atropellos intencionados, cosa que hizo de manera diligente y muy acertada en las confluencias de las calles más céntricas de la ciudad ¡Chapeau!

Las calles, en su mayoría, no deben ser, salvo excepciones, solo de uso peatonal, porque son muchas las ocasiones en que, además de ser utilizadas por los viandantes, deben estar abiertas para que por ellas puedan circular vehículos de todo tipo

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Pero de aquello, a lo de ahora, media un abismo pues, una cosa es que como medida de seguridad para los peatones se instalen barreras, más o menos ornamentales, para evitar la circulación de vehículos por las calles más concurridas de la ciudad, y otra muy distinta que se “planten” bolardos por doquier cuando de ensanchar las aceras de determinadas calles se trata. En mi opinión, las calles que han visto mejoradas, y de manera muy generosa, sus aceras, también puede que hoy estén “tristes” porque los vehículos que por ellas deban transitar no van a tener sitio donde poder, no digo aparcar, pero sí detenerse para que puedan subir o bajar de ellos terceras personas -capacitadas o discapacitadas, con o sin equipaje- o, en el caso de vehículos comerciales, para que los conductores u operarios que las utilicen puedan realizar las labores de carga o descarga que deban llevar a cabo.

Tal y como están quedando algunas de las calles más céntricas de la ciudad que están siendo objeto de “mejora” -ampliación de sus aceras, básicamente- .mucho me temo que las quejas no se harán esperar, tanto por el excesivo número de bolardos que se han “plantado” en ellas -da la impresión que han quedado encajonadas- como por la falta de espacios en los que, como ha quedado dicho, poder detenerse para que quienes, por la causa que sea, tengan que estacionar un momento, lo puedan hacer sin molestar a nadie ni entorpecer la circulación.

No creo equivocarme si digo que, así como está muy bien que de vez en cuando se piense en los peatones -cosa que antaño poco se hacía-, cuando ahora se haga, que nadie olvide que las calles, en su mayoría, no son ni deben ser, salvo excepciones, solo de uso peatonal, porque son muchas las ocasiones en que, además de ser utilizadas por los viandantes, deben estar abiertas para que por ellas puedan circular vehículos de todo tipo, pues el acceso a viviendas, garajes, comercios... debe ser posible, no solo para el traslado de terceros, sino, además, para otros menesteres: urgencias sanitarias, carga o descarga de mercancías...

Señor alcalde, anticípese y trate de adelantarse a las quejas que, como le digo, puede que no se hagan esperar, ya que el asunto no es baladí.

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