La Opinión de Zamora

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José Martín Barrigós

Luis Cortés Vázquez, hijo predilecto de Zamora sin él saberlo

El investigador falleció con el pesar de no contar con un reconocimiento que se produciría en 2015, aunque ni su familia se enteró

El reciente homenaje a Luis Cortés Vázquez, celebrado en la villa de Fermoselle, con notable éxito de crítica y público, como era muy justo y necesario, me dio ocasión de relacionarme con la señora viuda de don Luis Cortés Vázquez, madame Paulette Gabaudan y con una de sus hijas, Helena Cortés.

Luis Cortés Vázquez, hijo predilecto de Zamora sin él saberlo

Luis Cortés Vázquez, hijo predilecto de Zamora sin él saberlo José Martín Barrigós

Gracias a la magnánima y muy cordial disposición de ambas para conmigo, como organizador del mencionado evento, además de por mi condición de antiguo alumno del matrimonio siendo profesores de Francés en la Facultad de F. Y Letras de Salamanca, recibí datos, fotos familiares y confidencias del ilustre catedrático, prematuramente fallecido el 14 de febrero de 1990, tan solo un año después de su jubilación.

De todas las confidencias escuchadas, una me sorprendió sobremanera. Luis Cortés, en palabras de su viuda, “falleció con el pesar, profundamente sentido, de no haber sido declarado oficialmente Hijo Predilecto de Zamora”, la tierra siempre amada y venerada por él, además de ser sujeto predilecto de su extensa producción lingüística, histórica, etnográfica y narrativa.

Quedé tan sorprendido de esta revelación, que me impuse a mí mismo investigar el porqué de tal carencia, así como la tarea de hacer lo posible, removiendo Roma con Santiago, hasta conseguir hacer corregir a la autoridad correspondiente el garrafal olvido de no haber dictaminado tal honor.

Pero, más pronto que tarde, pude descubrir —¡oh sorpresa!— que el nombramiento tan añorado se había producido “a finales de la década de los noventa”, según consta en el acta nº 02/15 de la sesión plenaria del Excmo. Ayuntamiento de Zamora del 28 de enero de 2015, bajo la presidencia de la alcaldesa. Dª Rosa María Valdeón Santiago y siendo secretario general D. José María García Sánchez. En la página 17 de dicha acta, punto cuarto, el señor concejal por el grupo ADEIZA , don Miguel Ángel Mateos Rodríguez, presenta la siguiente moción: Exigir al Excmo. Ayuntamiento la reposición de las insignias y honores de D. Baltasar Lobo, Ignacio Sardá y Luis Cortés Vázquez, hijos predilectos de Zamora.

Y dice: “El Excmo. Ayuntamiento de Zamora había aprobado en pleno por unanimidad a finales de la década de los noventa del pasado siglo, la concesión de medalla y documento público acreditativo de hijos predilectos de la ciudad a los insignes zamoranos D. Baltasar Lobo, D. Luis Cortés Vázquez y D. Ignacio Sardá Martín, todos ellos con un amplio reconocimiento de méritos y una extensa nómina de actividades, en pro de la ciudad y de divulgación y promoción de los valores artísticos, literarios y humanísticos de Zamora”

¡Y tanto! ¡Menudos “tres espadas”!

En el caso de la familia de Luis Cortés, esa carta no llegó a su destino, motivando equivocadamente el sentimiento de ingratitud de su más querida ciudad que se llevó a la tumba, por negligencia o descuido (es de suponer) de vaya usted ahora a saber quién

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Asegura el ponente en su disertación, que resumo, que “se editaron y publicaron los reconocimientos y se acuñaron medallas que yo puede ver en la Sala de Comisiones de la Corporación”. La de Ignacio Sardá, se dice que fue reconocida a título póstumo y que al resto, aún vivos, al parecer, se les había comunicado el nombramiento, pero no se llegó a entregarles los distintivos correspondiente: orla y medalla. Por lo tanto, se urge a iniciar una investigación para tratar de hallar los título no entregados y, si no se pudieran encontrar, a reponerlos y entregarlos a las familias de los galardonados, para lo cual asegura que “se envió” una carta a las familias en la que se comunicaba estos extremos.

Así se aprueba dicha moción por unanimidad.

Pero de hecho, en el caso de la familia de Luis Cortés, esa carta no llegó a su destino, motivando equivocadamente el sentimiento de ingratitud de su más querida ciudad que se llevó a la tumba, por negligencia o descuido (es de suponer) de vaya usted ahora a saber quién.

Por todo ello, he puesto dicha Acta en conocimiento de la familia que, con la alegría de poder subsanar los fallos y complacer, siquiera sea a décadas de su fallecimiento, a su esposo y progenitor, tienen el camino abierto para satisfacer el ferviente logro del mismo. Un honor para mí también, como intermediario de tan gratificante motivo.

Y una curiosidad histórica para añadir a la biografía de este predilecto hijo de Zamora, inmortalizada y prestigiada en su extensa producción bibliográfica y docente.

Resaltar también la honorabilidad institucional del Ayuntamiento de Zamora para dictaminar el honor de su tan deseado nombramiento aprobado “en la década de los noventa” que, de no ser por el fallo imperdonable de no comunicarlo a tiempo, no hubiera fallecido con el dolor de su ferviente anhelo malogrado.

Seguro quedo de que la actual Corporación Municipal accederá de inmediato a corregir la involuntaria negligencia de las que le han precedido, zanjando el asunto definitivamente.

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